martes, 8 de octubre de 2013

De que hablamos las mujeres cuando tomamos café (Parte 2)

[Para leer la primera parte hacer clic aquí]

No sé por dónde comenzar, doy vueltas. Wana dice que Ru, su novio, va a llegar ahorita, que le dijo para que se encontraran allá, Ana dice que Sergio también va a llegar. Volteo a mirar al tipo de la mesa diagonal a nosotras y veo que Linterna Verde viene caminando entre las mesas. Dice que llegó un poco antes porque no tenía mucho que hacer, está de vacaciones y prefirió caminar desde su casa hasta el café. Me jodí. No es que no le tenga confianza a Linterna Verde, pero es que hombre es hombre. Lena y Linterna Verde comienzan a hablar de cine, Mar y Ana llevan hablando bajito unos minutos, Wana está hablando por celular con Ru, y mientras todo eso pasa me digo: ¡Mierda!

Nos quedamos en Juan Valdez hasta las 9PM, si nos pasábamos de esa hora, era muy probable que Ana se quedara sin bus para regresar a su casa. Hablamos del clima, de varias películas, de ciertos grupos musicales que estaban surgiendo en aquella época, hablamos de la vida de los otros, de los arroyos en Barranquilla, de hombres, mujeres, ¡En fin! Hablamos de todo menos de lo que quería decir. Antes de irnos cada uno para su casa, Ana nos sugirió a Lena, Mar, Wana y a mí que nos encontráramos al día siguiente, porque no habíamos podido hablar bien. Entonces, Mar dijo que podía a las 5PM, yo dije que para mí estaba bien, Lena también y Wana dijo que no podía.

Juan Valdez de la 82 - Barranquilla

A las 4PM del siguiente terminé las vueltas que tenía que hacer cerca del Parque de Los Fundadores  y llamé a Mar para ver qué estaba haciendo y si nos podíamos reunir antes. Ella estaba a pocas cuadras de donde yo estaba y también había terminado sus cosas, de manera que fue fácil encontrarnos, nos sentamos en el jardín de la Biblioteca de Comfamiliar, en unas mesitas blancas que hacen parte de la cafetería, pero no compramos nada. Nos quedamos ahí hablando un ratico, hasta que se nos hizo tarde y cogimos un taxi hasta Juan Valdez. Cuando llegamos, en nuestra mesa favorita estaba Lena tomándose un Macchiato con adición de caramelo, el tipo que se sienta diagonal a nosotras no estaba, tal vez porque era viernes, en general, el lugar estaba lleno, las mesas casi todas ocupadas. A los pocos minutos de estar ahí, y sin ir a la barra a comprar algo, llegó Ana, ni saludó, se sentó y me preguntó: Bueno, Mati, ¿Qué es lo que te pasa?

Yo siempre con mi aire sentimental y mi nostalgia anticipada les dije que muchas gracias por estar ahí, por escucharme. Comencé: El viernes pasado, después de que ustedes se fueran de la rueda de cumbia, me encontré con Iris. Yo fui varias veces a comprar cerveza en la tienda de la esquina y en el camino estaba un grupo de tipos reunidos hablando, con ropa de trabajo y tomando cerveza. Uno de ellos, de gafas, me llamó la atención, pero no le di mucha importancia.

Después me encontré con Diego, que me presentó a unos amigos del trabajo, y me quedé hablando un rato con ellos. Ya no había casi nadie en la rueda de cumbia, la calle estaba quedando vacía. Yo estaba muy entusiasmada con el ambiente, la música, la gente, me sentía como pez en el agua. Me quedé hablando con Iris un rato, le presenté a los amigos de Diego e hicimos un grupo grande ahí. 

De repente, el tipo de gafas y un amigo de él se me pusieron al lado, pero siguieron hablando entre sí. Yo seguía hablando con Iris muy normalmente, hasta que un carro que quería pasar nos pidió la vía, entonces nos rodamos hacia la acera y ella aprovechó la inercia para ir por una cerveza. En ese momento el tipo de gafas se volteó y me dijo: “¿Cómo te llamas?” Le respondí: “Matina, ¿y tú?”. Continuó: “Mi nombre es Peter Pan y este es mi amigo Frodo”. Le extendí la mano a Frodo y le dije: “Hola”. En ese momento llegó Iris con una cerveza y me dijo: “Mati, ¿Quieres una?” Le dije: “Si, ven acá”. Le presenté a los 2 sujetos que acababa de conocer, pero ella pensó que eran amigos de toda la vida y sin ponerle mucho misterio se quedó hablando con nosotros.

Peter Pan tiene los ojos más azules que las mañanas de abril en Barranquilla, la nariz fileña, la barba medio hecha, la lengua pegada y los dientes perfectos. Es alto, flaco, su piel es blanca, y usa un bastón. Tiene treinta, según mis cálculos. Con su ropa de oficina parece un tipo sacado de una película de los años cincuenta. Sus zapatos negros son chistosos, tienen la punta redondeada y un cordoncito pequeño que entra y sale por 6 orificios terminando en un lazo. Es calvo, usa una boina, y habla con pocos gestos.

Un tiempito después de estar ahí, uno de los amigos de Diego me llamó, no recuerdo para qué, y cuando regresé Peter Pan me dijo que tenía que irse. Me preguntó mi Facebook, lo anotó en una libretica, y me dijo que nos hablamos por allá. 

[Continuará...]

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