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No sé por dónde comenzar, doy vueltas. Wana
dice que Ru, su novio, va a llegar ahorita, que le dijo para que se encontraran
allá, Ana dice que Sergio también va a llegar. Volteo a mirar al tipo de la
mesa diagonal a nosotras y veo que Linterna Verde viene caminando entre las
mesas. Dice que llegó un poco antes porque no tenía mucho que hacer, está de
vacaciones y prefirió caminar desde su casa hasta el café. Me jodí. No es que
no le tenga confianza a Linterna Verde, pero es que hombre es hombre. Lena y
Linterna Verde comienzan a hablar de cine, Mar y Ana llevan hablando bajito
unos minutos, Wana está hablando por celular con Ru, y mientras todo eso pasa
me digo: ¡Mierda!
Nos quedamos en Juan Valdez hasta las 9PM, si
nos pasábamos de esa hora, era muy probable que Ana se quedara sin bus para regresar
a su casa. Hablamos del clima, de varias películas, de ciertos grupos musicales
que estaban surgiendo en aquella época, hablamos de la vida de los otros, de
los arroyos en Barranquilla, de hombres, mujeres, ¡En fin! Hablamos de todo
menos de lo que quería decir. Antes de irnos cada uno para su casa, Ana nos
sugirió a Lena, Mar, Wana y a mí que nos encontráramos al día siguiente, porque
no habíamos podido hablar bien. Entonces, Mar dijo que podía a las 5PM, yo dije
que para mí estaba bien, Lena también y Wana dijo que no podía.
Juan Valdez de la 82 - Barranquilla |
A las 4PM del siguiente terminé las vueltas que tenía que hacer cerca del Parque de Los Fundadores y llamé a Mar para ver qué estaba haciendo y si nos podíamos reunir antes. Ella estaba a pocas cuadras de donde yo estaba y también había terminado sus cosas, de manera que fue fácil encontrarnos, nos sentamos en el jardín de la Biblioteca de Comfamiliar, en unas mesitas blancas que hacen parte de la cafetería, pero no compramos nada. Nos quedamos ahí hablando un ratico, hasta que se nos hizo tarde y cogimos un taxi hasta Juan Valdez. Cuando llegamos, en nuestra mesa favorita estaba Lena tomándose un Macchiato con adición de caramelo, el tipo que se sienta diagonal a nosotras no estaba, tal vez porque era viernes, en general, el lugar estaba lleno, las mesas casi todas ocupadas. A los pocos minutos de estar ahí, y sin ir a la barra a comprar algo, llegó Ana, ni saludó, se sentó y me preguntó: Bueno, Mati, ¿Qué es lo que te pasa?
Yo siempre con mi aire sentimental y mi
nostalgia anticipada les dije que muchas gracias por estar ahí, por escucharme. Comencé: El viernes pasado, después de que ustedes se fueran de la rueda de
cumbia, me encontré con Iris. Yo fui varias veces a comprar cerveza en la
tienda de la esquina y en el camino estaba un grupo de tipos reunidos hablando,
con ropa de trabajo y tomando cerveza. Uno de ellos, de gafas, me llamó la
atención, pero no le di mucha importancia.
Después me encontré con Diego, que me presentó
a unos amigos del trabajo, y me quedé hablando un rato con ellos. Ya no había
casi nadie en la rueda de cumbia, la calle estaba quedando vacía. Yo estaba muy
entusiasmada con el ambiente, la música, la gente, me sentía como pez en el
agua. Me quedé hablando con Iris un rato, le presenté a los amigos de Diego e
hicimos un grupo grande ahí.
De repente, el tipo de gafas y un amigo de él se
me pusieron al lado, pero siguieron hablando entre sí. Yo seguía hablando con
Iris muy normalmente, hasta que un carro que quería pasar nos pidió la vía, entonces
nos rodamos hacia la acera y ella aprovechó la inercia para ir por una cerveza.
En ese momento el tipo de gafas se volteó y me dijo: “¿Cómo te llamas?” Le respondí:
“Matina, ¿y tú?”. Continuó: “Mi nombre es Peter Pan y este es mi amigo Frodo”.
Le extendí la mano a Frodo y le dije: “Hola”. En ese momento llegó Iris con
una cerveza y me dijo: “Mati, ¿Quieres una?” Le dije: “Si, ven acá”. Le presenté
a los 2 sujetos que acababa de conocer, pero ella pensó que eran amigos de toda
la vida y sin ponerle mucho misterio se quedó hablando con nosotros.
Peter Pan tiene los ojos más azules que las
mañanas de abril en Barranquilla, la nariz fileña, la barba medio hecha, la lengua pegada y los dientes perfectos. Es alto, flaco, su piel es blanca, y
usa un bastón. Tiene treinta, según mis cálculos. Con su ropa de oficina parece
un tipo sacado de una película de los años cincuenta. Sus zapatos negros son
chistosos, tienen la punta redondeada y un cordoncito pequeño que entra y sale
por 6 orificios terminando en un lazo. Es calvo, usa una boina, y habla
con pocos gestos.
Un tiempito después de estar ahí, uno de los
amigos de Diego me llamó, no recuerdo para qué, y cuando regresé Peter Pan me
dijo que tenía que irse. Me preguntó mi Facebook, lo anotó en una libretica, y
me dijo que nos hablamos por allá.
[Continuará...]
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Siempre me dejas preñada con la historia a medias.
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