jueves, 13 de diciembre de 2012

Mi Montería para Mischa

Hace poco Mischa, mi hermanita de Brasil, me dijo que no podría venir a Colombia este fin de año. Antes de eso yo, cada vez que me acordaba, planeaba a dónde iba a llevarla. Por supuesto, el tour comenzaría en Montería, y pensaba: “La Montería ‘turística’ se recorre en un día, pero ¿Cómo mostrarle a Mischa la ciudad que llevo en mi memoria, el lugar donde nací y el que le aporta algo cada vez que voy a esto que soy?”

Si el tour pudiera hacerse, además de los lugares, en el tiempo, comenzaría en 1988 u 89 en Buenavista, el barrio donde nací y viví con mis papás y mis hermanos hasta los 3 años en una casa grande de alquiler de la que tengo más historias que recuerdos, le pediría a mi mamá que nos pintara las uñas y nos pondríamos en la ventana a esperar que se secaran, e iríamos a la casa de mis tíos Moisés y Rossana que quedaba en la esquina de la cuadra para jugar en la sala con mis primos.

Después la llevaría donde viven mis viejos ahora, en el barrio Alcazares 2, donde están gran parte de mis recuerdos de niña, llamaría a todos mis amigos de la cuadra para jugar con ella al fusilao’, le diría a la señora Estela que saque la bicicleta roja pequeñita con la que aprendí a andar sin llantas extras, y le pediría a mi papá que le compre otro par de patines a ella para andar por el corredor del colegio de la Sagrada Familia y rasparnos las rodillas intentando hacer vueltas.

Seguramente, también la llevaría al cine, primero a ver El Rey León en el Cine Sinú y luego a ver Titatic o Notting Hill en el cine de Plaza de la Castellana. Me gustaría llevarla a Coveñas en el Suzuki rojo en las piernas de mi tía Geña para jugar con mi tío George y todos en las olas de ese Mar Caribe, tan cálido y tan limpio de aquellos años.

Quizás la siguiente parada para Mischa sería en el 2002, en un cuartico alejado de mi colegio donde solía ensayar con la banda de rock de chicas en la que cantaba y la próxima sería la finca de Chamo en Ciénaga de Oro en el 2004 para tomar ron y cantar vallenatos de los viejos con guitarra y saxofón.

Los sitios a dónde van los pocos turistas que llegan a Montería no tienen nada que ver con lo que he mencionado. Algunos de estos ya no existen, o tienen otro nombre, así que como buena brasilera Mischa no podría irse de Montería sin visitarlos. No la dejaría poner un pie en el avión sin conocer La Ronda del Sinú y los atardeceres en el río, sin comer en La Bonga, sin conocer las mansiones del barrio El Recreo, sin tomarse unas cervezas en el Paseo del Sol, sin ‘experimentar’ (como diría ella) el bocachico frito con yuca, el raspao', el chicheme, las rosquitas con Kola Román, el mote de queso, los piononos, toda la variedad de dulces, el arroz con coco, los quibbes y la comida árabe de Cereté, el peto, los patacones y la yuca con suero, el jugo de guayaba agria, etc., es decir, engordaría lo mismo que yo engordé cuando viví en su casa, o más!

La Montería de ahora no tiene mucho que ver con la que conocí antes de irme a vivir a otras ciudades, ha cambiado. No fue ahí donde aprendí a conocerme, a conocer más de la vida y a usar mis herramientas para batallar en el mundo, eso comenzó en Barranquilla, mi Barranquilla, la que tanto recuerdo, de la que tanto hablo, la que siempre me espera con los brazos abiertos, de la que siempre me despido como si no fuera a regresar. La Barranquilla de mis hermanos del alma, mis amigos, mis amores, la ciudad que es mitad salsa, mitad vallenato.

Lo primero que haría con Mischa sería presentarle a mis amigos, los que están, lo que se fueron, los que llevo en el corazón. Después nos iríamos todos a La Plazita frente al Parque Venezuela, un viernes a escuchar música en vivo, comer pizza y emborracharnos con vino. La siguiente parada del tour sería en Caza de Poesía, la que quedaba cerca del parque Las Américas, para presentarle a Aníbal Tobón y tomar cerveza a precios de estudiante, creo que mi hermanita brasilera se divetiría en un carnaval en Ay Macondo, o bailando salsa en La Troja, quizás yendo a una versión del Carnaval de las Artes, viendo un atardecer en el mirador de Buenavista, o disfrutando de la soledad de Lunabril.

Bar Lunabril - Barranquilla
Hoy estoy viajando para Montería a pasar Navidad y Año Nuevo con mi familia, pensar que mi vida no está allá, que para algunos tan sólo soy un recuerdo, que no hago parte de sus vidas, como dice un amigo, me pone a escribir estas cosas. Espero que Mischa venga algún día, me la imagino diciendo: “No te preocupes, chica, eso es normal” y que por lo menos a través de las palabras pueda transportarla en el tiempo.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Algunas paredes no tienen oídos

Hay ciertas casas que por sus paredes se derraman historias, que se nota que han pasado muchas personas por ahí, que tienen un olor a viejo que no se siente con el olfato sino con el corazón. 

El semestre pasado que viví en Barranquilla cuando iba al Carulla de la 72 pasaba por una casa que tenía un letrero con la frase "Casa de Papán y tía" en la carrera 53. Me preguntaba si era un hotel, o un museo, o cualquier otra cosa menos qué persona vivía ahí. Un día en un taller de literatura que iba de vez en cuando hablando con Elsie Parra, una poeta que también iba al taller, descubrí que ella era la dueña de la casa, ese día, el primer día que hablé con ella me invitó a conocerla, a la casa quiero decir, aunque yendo hasta allá me llevaba un poco de la persona también. Es enorme, tiene los techos altos, diferentes cuartos, un mueble grande con un espejo manchado situado al lado de la entrada recordándoles a las personas que se miran ahí que los defectos existen, la casa parece una foto en blanco y negro, con el piso lleno de arabescos típicos de esa Barranquilla. 

Me contó que ahí ella se reunía con sus amigas a tomar café y luego a leer lo que quedaba en la taza. En el patio hace varios años se reunían un grupo de pintores a hacerse compañía, de los cuales uno era el dueño de la casa donde yo vivía. Elsie me regaló un libro que siempre quise tener, y me pareció una gran coincidencia que ella lo tuviera y me lo diera. En su biblioteca había una colección de piedras de varios materiales y lugares que guardaba en un armario junto con otros libros y varias cosas que ella consideraba especial. Elsie murió hace una semana, pero su casa seguirá contando historias.

Los primeros días que viví en Belo Horizonte, en agosto de 2011, me quedé en una casa de un integrante de AIESEC, la organización con la que hice el intercambio. Es la casa más desordenada que he conocido en mi vida, debajo de mi cama había tierra pegada al piso. Pero además de eso, en las paredes literalmente habían historias. Varios extranjeros han vivido ahí, hay mensajes en una pared en particular, fotos en otra, varios dibujos, entre ellos uno de Gandhi, una señal de tránsito, pastas de dientes, souvenirs, mil cosas. La casa te permite imaginar, los mensajes hablan de la persona que los escribió y te crean una idea del país de cada uno y de su forma de ser.


Son lugares especiales, como la casa donde queda mi querido Lunabril, donde quedaba Caza de Poesía, la casa de mi abuela en Majagual, algunas casas en Cereté, la casa de mi profesora de Arte, Luz Ángela, en Montería, el edificio García en Barranquilla, y otras tantas. Un amigo dice que la gente del Caribe vive de los recuerdos, tal vez ese es el por qué de tantas cosas en las paredes. Mi mamá y mi tías siempre andan contando historias de su pueblo, mencionan gente que para mí son personajes, y si miramos más allá, muchos escritores del Caribe colombiano cuentan ese tipo de historias comenzando con Gabo, los vallenatos viejos lo hacen, algunos nuevos también, como si no pudiéramos desprendernos del pasado. 

sábado, 3 de noviembre de 2012

Tres días, tres películas

El cine tiene un efecto hipnotizador, por lo menos en mi, cuando comienza la película mi realidad se va alejando, se parquea en la puerta y no regresa hasta que la película se acabe.

La primera película realmente no era una película sino un documental llamado Tropicalia cuenta la historia del movimiento del mismo nombre que se desarrolló en Brasil a final de los años 60's. Varios músicos entre esos Caetano Veloso, Gilberto Gil, Gal Costa, Os mutantes (con Rita Lee, Sérgio Dias y  Arnaldo Baptista), Tom Zé, entre otros, comenzaron a hacer musica protesta en contra de la dictadura de esa época. En plena época hippie en los Estados Unidos, estos brasileños se rebelaban contra el gobierno, varias manifestaciones se llevaron a cabo, hubo estudiantes muertos. Caetano y Gilberto Gil fueron exiliados por tres años del pais y se fueron a Europa. Desde el 2003 al 2008 Gilberto Gil fue ministro de cultura.

Estos son los Beatles brasileros! me dijo un amigo.

La seguna película fue 7 dias en La Habana un largometrjae que reúne 7 cortos de diferentes directores: Laurent CantetBenicio Del ToroJulio MedemGaspar NoéElia SuleimanJuan Carlos TabíoPablo Trapero. Los primeros 2 documentales me gustaron. A la mitad me pareció un poco aburrida, tal vez porque uno de ellos es mudo y monótono. Sin embargo, creo que muestran muy bien lo que es La Habana.
Yo no conozco mucho, fui a Cuba cuando tenía 16 años durante 10 dias, pero la película me recordó muchas cosas y uniendo cabos de lo que vi allá pienso que está muy cerca de la realidad. Por ejemplo, la señora que vende pasteles y pudincitos de contrabando, pero que realmente es una psicóloga muy buena, invitada a un programa de televisión, y que le toca hacer otras cosas porque  la plata no es suficiente. Es cierto también que muchas personas tienen un cerdo en casa y que matan a final de año. Que la gente es amable y que se ven carros viejos por todos lados. 
Los cortos también muestran la típica historia de la chica cantante que es convidada a trabajar en otro país, o de la gente que se va en balsa para Estados Unidos, temas que se habían tocado antes en películas como Habana Blues y Chico y Rita. Me pareció curioso que los cubanos que salen en la película son la mayoría negros. Lo que yo vi en La Habana fue una mezcla de negros y blancos. Hay cubanos monos ojos azules, hay mestizos, y hay negros, pero no sólo negros. También hay historias atípicas, como el gringo que va y sólo consigue tener una cita con un travesti, porque ninguna de las chicas le presta atención. Extraño, ¿No?
También en la película encontré cosas muy familiares que me recordaron a Montería, Barranquilla, Cartagena, Santa Marta, a lo que conozco del Caribe colombiano. La forma de hablar, las tajadas de plátano, la misma forma de ser de la gente. El gran Caribe aun conversa cosas parecidas, eso es emocionante.



La tercera película fue Ruby Sparks, de los mismos directores de Little Miss Sunshine. Una comédia romántica no tan común como las típicas de Jennifer Aniston o Hugh Grant. Se trata de un escritor que inventa a  una chica y  luego aparece en su apartamento, como la mujer que siempre soñó. Me gustó. 
También me gustó la casa del escritor, además de que la película promueve de alguma manera el uso de la máquina de escribir, es una muestra más de que estamos regresando a usar ciertas cosas. Hace unos dias pensaba que debería usar la máquina que tienen mis papás en la biblioteca como una antiguedad, es cierto que no tienes que imprimir, que ya salen las cosas directamente en el papel jejejeje. La idea me parece genial, pero no sé si mis profesores piensen lo mismo. 
La moraleja es que la historia del hombre o la mujer de los sueños es 'bullshit', que las personas reales son mejores. 

También les dejo el trailer:

domingo, 14 de octubre de 2012

Ryan Gosling y mi exnovio


"Nunca amamos a nadie: amamos, sólo, la idea que tenemos de alguien.
Lo que amamos es un concepto nuestro, es decir, a nosotros mismos."
Fernando Pessoa


Puedo decir que mi exnovio a veces es tan parecido a Ryan Gosling como yo quiero. Somos nosotros quienes construimos la imagen que deseamos de cualquier persona. Cogemos lo que nos conviene. También influyen otras cosas, pero somos nosotros quienes tomamos la decisión de 'idealizar' o no. Lo que imaginamos y lo que es, no es siempre lo mismo. Suena obvio, pero es que hay veces que el recuerdo se hace tan grande (o tan pequeño), y nuestra imaginación vuela tanto, que exageramos, y lo peor es que no nos damos cuenta. Con esto me refiero a lo que pensamos de las personas que están lejos, con las que no hablamos mucho, las intocables, de las que tenemos, quizás, sólo un perfil de Facebook, o las que vemos por televisión. 

Ryan Gosling es una estrella de Hollywood, lo que sé de él es lo que los medios dicen y lo que memorizo: que es actor, que sale con una vieja apellido Mendes, que trabajó en tres películas en el 2011, que su carrera está en ascenso, que tiene una banda, que cree en el amor, etc. De mi exnovio sé, por ejemplo, que (esto lo estoy inventando) está en otro país, que está estudiando una maestría en antropología, que le gusta la ciudad donde está (que no quiere volver), que habla otros idiomas, y otras cosas más que me hacen pensar que le está yendo bien, y todo esto gracias al rey de las redes sociales y las conversaciones esporádicas que tenemos. Con lo anterior me pregunto un montón de tonterías que no vale la pena escribir, pero que idealizan al sujeto y lo hacen más perfecto que Ryan Gosling. 

Estoy segura que si viera de cerca a mi exnovio, mi idea cambiaría, incluso haciendo esto consciente me hace pensar en las razones por las que considero que es mejor no estar juntos, me lo imagino seco, sin tacto para decir lo que piensa, y todas las demás cosas que no me gustan de él. Si conociera a Gosling seguro me pasara lo mismo. Lo que nos hace amar es entender que nadie es perfecto y que aceptamos sus defectos, no  se trata de ver al otro como un dios terrenal.

Puede ser, si no me conoces, que estés creando una idea diferente de mi y mejor de lo que soy. Si es así recomiendo que hagas todo lo posible para no conocerme. Pero como no vamos a saber eso nunca, es aconsejable en todo caso que no lo hagas. No se siente bien decepcionar. Puede pasar lo contrario, pero para estar seguros, mejor dejemos así.



jueves, 23 de agosto de 2012

La culpa fue de él

[Traducción del portugués del artículo
A culpa foi dele de la Revista Gloss (Brasil) por Sílvia Amélia]
[Un artículo para hombres y mujeres]

No vale la pena transformar a un tipo en villano sólo porque él no quiso salir contigo. Aceptar que nos rechazó es lo que nos fortalece.

Siempre que escucho la frase "El me ilusionó" me dan ganas de cogerle los hombros a la mujer que dijo eso y sacudirla bien fuerte. Es que la situación casi siempre es la siguiente: el tipo demuestra claramente que no quiere compromiso, después de un tiempo desaparece, y ella pasa a hacerse la pobrecita y desilusionada. "¡Splat!" (sonido de tapa en la cara) -  quien se desilusionó fuiste tu misma.

Es aún peor cuando aparece una amiga para intentar consolar a la "engañada" de la forma más sin sentido del mundo: "El no te merece" dice. ¿Qué? Ese raciocinio no tiene ni una pizca de lógica. Es justamente lo contrario: Si el tipo pensó en no estar con ella es porque, para él, la chica no es tan interesante y "merecedora" de su amor. Lo que no quiere decir que ella no sea interesante para el resto del mundo. Simplemente los hombres y las mujeres tienen derecho de no querer comenzar o continuar una relación. No es justo para ellos ser llamados villanos cuando el supuesto crimen que cometieron fue simplemente no ser afín. 

Creo absurda aquella frase que corre en Internet: "La mayor cobardía de un hombre es despertar amor en una mujer sin la intención de amarla." El amor no se escoge conscientemente. Es una casualidad de las buenas, algo que acontece o no. Las personas se aproximan para conocerse, probar, para convivir y saber si combinan. A veces surge amor, otras, no. O el amor viene sólo de un lado, y le toca aceptar a quien no es amado. Quedarse una vuelta sin jugar, gustándole el dolor y después intentar de nuevo con otra persona. 

Creer que fuiste rechazada por ser "muy buena" o porque el tipo "no sabe lo que es amar" es reconfortante. Si tienes que creer en esa mentirita por un tiempo (corto) para recuperarte, ok. Pero, aceptar la verdad de que el rechazo hace parte del juego es lo que realmente nos hace más fuerte. Si no funcionó, no culpes a nadie. Continua apostando. ¡Hasta que tengas mucha suerte!


Además les comparto mi dibujo de hoy que hace parte del albúm Mujeres de mi galería en Flickr



domingo, 19 de agosto de 2012

Puntos para detectar a un 'farsante'

Gracias a mi terrible inclinación por las humanidades, he caído en las garras de varios hombres llamados ‘farsantes’ que me han hecho la vida no tan grata. Me refiero a aquellos personajes que se inventan una trama, una historia, un cuento, citan a los mejores pensadores, para aparentar que pertenecen a un grupo social, que manejan ciertos temas, que su espiritualidad y sensibilidad es más elevada que la del resto de mortales. Hoy declaro una campaña oficial contra estos hombres y sus cursilerías, y para empezar, y por solidaridad con el género, me gustaría hacer una recopilación de sus características más importantes para reconocerlos de un sólo golpe y no caer en sus abominables garras.

La primera característica para reconocer a un farsante es su pinta. Yo soy una chica de clima cálido, en este contexto puedo decir que estos personajes visten una mochila Arhuaca, terciada, porque dicen apoyar el trabajo de las comunidades indígenas, jeans desteñidos, camisetas de marca, puede ser, Diesel, Polo, Chevignon, u otra parecida y zapatos tennis Converse, Nike o Adidas. Nótese, que apoyan el trabajo artesanal, pero consumen marcas extranjeras, eso es pleno síntoma farsante. El siguiente punto es la barba y/o el cabello, puede tener una barba tupida, y si no le sale barba, tendrá el pelo largo, ya sea tipo afro o una colita. La barba entre más desordenada y menos arreglada, mejor, igual que el peinado.

El tercer punto es la forma de hablar y su fondo. Esta especie se distingue por usar frases de los grandes poetas, principalmente latinoamericanos, como por ejemplo, Borges, Mario Benedetti, Jaime Sabines, etc. Si le dices a un farsante algo como: “No me gustaría que te fueras de mi lado”, él te contestará con un: “¿Y cómo se yo que tu no te irás primero?”. Y entre menos incompresible sea su frase, más éxito habrá tenido (para él). Entonces podría decir cosas como: “Me muero, te muero, lo morimos” del maestro Sabines. Hablando del fondo, se puede decir que un farsante dirá que ha leído a los escritores del boom latinoamericano y a los europeos y norteamericanos que originaron este fenómeno. Es muy probable que sea un gran admirador de la obra del argentino Julio Cortázar o si tenemos más suerte del chileno Roberto Bolaño, o también de Gabriel García Márquez. Ojo, ‘dirá que ha leído’.

El cuarto punto es su sensibilidad al arte y su espiritualidad. Un farsante de alto nivel, dirá que su mayor sueño es ir a la India a un viaje dedicado a la meditación, el autoconocimiento y crecimiento personal y espiritual. Será vegetariano, porque no le gusta como matan a las vacas, pero ¡ojo! Los verdaderos farsantes intentan no parecer farsantes, entonces ellos no hablarán de este asunto hasta que vayan a un restaurante y el pida su plato de pastas 4 quesos y tu quedes anonada y fascinada por su gran corazón con los animales y su buen estilo de vida.

El quinto punto para identificar a un farsante es preguntarle cuanto tiempo lleva en la Universidad haciendo pregrado. Si dice tener más de 27 y sigue estudiando, estás hablando con uno de ellos. Son figuras que dicen que hacen mucho y realmente no hacen nada, probablemente estén o hayan estudiado en una universidad publica y son de esos que ya hacen parte del patrimonio estudiantil. Normalmente las áreas donde hay mayor concentración de este tipo de hombres son las ciencias sociales, como la antropología, la sociología, las ciencias políticas, la filosofía, etc.

Y el sexto y ultima característica de un farsante completo, es que le guste el vino, preferiblemente el vino de caja llamado Termidor, o Terminator como suelen llamarlo ellos. Esta bebida, acompaña sus veladas. Es muy probable que en las citas que tengas con hombres de este tipo, el vino sea el protagonista, primero porque se consiguen unos muy baratos, y segundo porque, según dicen, es una bebida romántica que desborda los sentidos.

Tengo que aclarar que estas son las características básicas. Pueden variar dependiendo de la ubicación geográfica de estos personajes, la edad, la posición social, etc., aquí me refiero especialmente a la música que escuchan y/o tocan, los farsantes generalmente (no todos) tocan algún instrumento, para no decir que sólo guitarra.

Por favor chicas, estén muy atentas ante esta especie, porque lo único que quieren es embaucarnos y salirse con la suya. No son personas de confiar y no nos llevarán a relaciones estables, a no ser que seamos tan farsantes como ellos.

Y como siempre, si tienen otro punto para agregar, sea bienvenido. 

viernes, 17 de agosto de 2012

Violeta Parra y un Skycoaster

Uno tiene que tener un alma muy fuerte para amar mucho. En la película que vi ayer, Violeta se fue a los cielos, en la entrevista que le hacen a Violeta Parra (la protagonista) desde Buenos Aires, que va corriendo paralela con lo que fue su historia le preguntan “¿Cuántas veces ha amado?” Ella responde mostrando la mano. El entrevistador le dice: ¿Cinco? Ella contesta: 5 millones de veces. Parece que para Violeta, amar no era difícil. Yo sigo creyendo que no lo es. Lo difícil es quitarse el miedo y además olvidarse que no necesariamente hay amor de vuelta, por eso hay que ser fuerte.

Cuando se intenta amar es parecido a estar en el skycoaster esperando a que den la señal de soltarse. Lo diferente es que cuando se ama no siempre hay cuerda que soporte, te puedes reventar contra el pavimento. Lo semejante es que no tienes que pensarlo mucho para hacerlo, cuando abres los ojos ya estás amando. En el skycoaster puedes ir acompañado o sólo, en el amor también. La adrenalina se te sube, la inercia te hace pendular y se acaba. Yo no sé si el amor se acaba. Si amamos con el cuerpo, sí, algún día moriremos. Pero, ¿Si amamos con el espíritu? 

lunes, 30 de julio de 2012

No quiero poner la palabra 'poesía' en el título

En estos días imaginaba un mundo sin arte y eso me hizo ver las cosas desde otro balcón. De entrada pensé en la poesía. La poesía en ocasiones me aburre, ella y yo no vamos de la mano, no es algo que llame mucho mi atención, hay cosas que no entiendo, que me parecen absurdas. Cuando estaba en la universidad en Barranquilla, de vez en cuando iba a recitales poéticos, porque quería conocer gente con sensibilidad al arte, y en esas idas escuché a Luis Mallarino, por ejemplo, y me gustó su trabajo. Sus poemas pisaban suelos que yo no había pisado, no tan convencionales como lo que yo conocía, que no era mucho tampoco. De los recitales a los que fui, me acuerdo de pocos nombres, leí algunos poemas de Luis después, pero hasta ahí quedó. Por petición de un amigo fui un día a otro recital, todo me entró por un oído y salió igualito por el otro, o mejor dicho, ni entró. Mi amigo me decía: “La poesía es tan sublime” y yo ponía cara de quererlo matar de un puño.

Más tarde en Montería conocí por mi insistencia a acercarme a la literatura a Irina Henríquez, una poeta o poetisa, no sé como a ella le gusta que le digan, de San Juan Nepomuceno (Bolívar), que vive en Cereté y que dirige un taller de literatura al cual fui varias veces. Iri, como la llamo de cariño, conoce mi condición, cuando intenta leerme cosas me dice algo como: “Sí, Cris, sé que tu y ella no van, pero escucha” y yo escucho. El viernes nos encontramos en Barranquilla, ella fue invitada a Poemario y yo fui a hacer vueltas familiares, cuando me vio me dijo: “Te traje un libro de un poeta que quiero que leas, ¡No! Mejor yo te leo a ti”. Me gusta como ella lee, su voz es pausada, gruesa, sin acento, y suena misteriosa, me leyó varios poemas de Frank Báez, un escritor de Santo Domingo que también me gustó. Iri me dice que cada quien tiene un poema, que sólo tenemos que encontrarlo. Ella me está ayudando a encontrar el mío, cada vez me siento más cerca.

De regreso a Montería, en la van que acostumbro a viajar, mirando por la ventana, pensé que la poesía es necesaria, la buena y la mala. La buena porque como los colores de las flores, las formas de las nubes, las aves, le da otro aspecto al paisaje que sería monótono si no existiera. Las cosas bellas le dan sentido a la vida. La buena poesía es la que te toca, la que encuentras hermosa, la que te refleja como un espejo, no necesariamente de este tiempo, ni de este espacio. La mala también es necesaria porque nos hace apreciar la buena. Eso pasa con las artes plásticas, el teatro, la música, pareciera que prácticamente no tienen funciones, pero siempre estamos detrás de ellos, de alguna manera o de otra.

martes, 10 de julio de 2012

Caronas

En Brasil viajar en chance es común. Aquí las personas están un poco más relajadas con la cuestión de que les va a pasar algo si se montan en carro ajeno o si le dan una 'carona' (como se dice en portugués) a alguien extraño. Así llegué a Sao Jose do Rio Preto, un pueblo del estado de Sao Paulo, de donde salía mi bus para Belo Horizonte. Yo estaba en Ilha Solteira visitando a mi hermano y por sugerencia de él y Diana, la novia, entré a la pagina de Facebook de Caronas de Ilha donde alguien había escrito que saldría para Sao Jose do Rio Preto el domingo a las 10AM, respondí que sí, que me servía, y con él me fui. Llegamos a la 1PM mas o menos, mi bus salía a las 8:30 de la noche, es decir, que me tocaba esperar 7 horas y media en una ciudad que aun no conozco ¿Qué hacía? ¿Por qué no te vas para un centro comercial? me dijo mi hermano, me pareció bien y así fue. Estuve con mi maleta a cuestas, porque parecía una penitencia, por todo el centro comercial. Almorcé, comí helado, fui a cine, me senté en mil bancas, di vueltas, y todo eso con un acento colombiano que no podía con él, delatando mi 'extranjeridad'.

¿Qué se preguntaba la gente al verme con una maleta en un centro comercial? Se me ocurrieron varias cosas:  que habían echado de mi casa y no tenía para donde ir, que vendía mercancía a uno de los almacenes, que estaba esperando a un amigo que saldría tarde del trabajo, que había comprado la maleta en el centro comercial , aunque está un poco gastada por los años, pero es válido, o simplemente lo que me estaba pasando, que tenía que esperar un bus que saldría a las 8:30PM y no conocía a nadie en esa ciudad para ir y visitar. 

Ver un montón de gente que no conocía con diferentes tipos de ropa, comiendo hamburguesas, gastando sus horas de domingo me hizo sentirme pequeña, una hormiga entre miles y millones de hormigas que no conozco y no alcanzaré a conocer en toda mi vida, también me hizo pensar que somos más parecidos de lo que creemos.

Estuve en una ciudad que aunque ya había pasado por ahí, antes no me imaginaba ni siquiera que existía. Habrá muchas ciudades así, incluso Montería seguramente es de este tipo para gente que tampoco me imagino. 

lunes, 2 de julio de 2012

A mi me gusta esto

Convertir al computador en una especie de confesatorio lo encuentro cómodo. A mi no me importa mucho que los blogs ya están pasando de moda. Después del cuento del microblogging, con Twitter, del sistema de Tumblr, del mismo Facebook, esto se ha vuelto obsoleto, pero yo sigo escribiendo aqui. Y sí, hay veces que duro semanas sin postear nada, pero es que tampoco es tan fácil.

Empecé con este cuento de blog un día que ba a salir a hacer un trabajo con unos compañeros de la U, quince minutos antes de irme escribí mi primera entrada. Con el blog me he acercado a la literatura y de cierta forma al periodismo. En la Universidad, por ejemplo, a causa del blog, tomé una clase de Escritura Creativa con el escritor Illán Ramón Bacca, también vi Problemas de la Filosofía Contemporánea  y me sirvió mucho, participé de Bacanal, una revista local de unos amigos, conocí varios bloggueros, varios artículos mios han aparecido en periódicos locales y regionales, y lo ultimo que ha causado el blog es ir a las sesiones de un grupo de literatura, primero en Montería, luego en Barranquilla y finalmente Monteria, ahí escribí mi primer cuento y escuché otras cosas que me han hecho ver la literatura de forma diferente.

También me ha causado problemas. No siempre lo que escribo aquí es real, hago la aclaración. Pero sí hay cosas reales en las que suelo ser muy dramática. Entonces las personas involucradas en el post, lo leen y luego haciendo conjeturas, me preguntan, a veces cosas favorables, a veces no. Pero tampoco es algo que me afecte mucho. Para escribir primero hay que empezar por lo que nos pasa diariamente, luego sí viene la ficción, que también tiene un poco de realidad, por supuesto.

Algo que me encanta de esto es que cuando esté mas vieja  podré saber lo que pensaba en años anteriores. Y seguramente me dará verguenza, como cuando uno ve una foto vieja de uno mismo, de hecho ya me pasa con el primer blog. Pero a la final es interesante y me ayuda a conocerme, y también a conocerse a ustedes, mis lectores, en la medida que uno conoce la vida de los demás y sus comportamientos, se va dando cuenta de lo que es uno mismo, o por lo menos, de lo que no es.

Creo que ya tengo 3 años de estar escribiendo aqui y me durará hasta que se me quiten las ganas, no creo que sea por ahora.


martes, 26 de junio de 2012

Medianeras y yo (Parte 1)

"Todos los edificios, absolutamente todos, tienen una cara inútil, inservible, que no da al frente ni al contrafrente, la medianera." 

Cuando se se escribe la palabra 'medianeras' en Google, lo primero que sale son documentos jurídicos de Buenos Aires. Supongo que es porque es un término muy técnico y parece que no compete tanto a los arquitectos como a los abogados de Argentina. Pero medianeras, además de ser un término que antes me importaba poco, es un película de Gustavo Taretto, un director que no conocía hasta ahora.

La película la posteó en mi perfil de Facebook Ceci, una amiga que ahora vive en Canadá, con el cuento que la tenía que ver porque el protagonista era diseñador, vi el trailer y una noche de un martes convidé a Helen a ver la peli en su casa. A ella le gustó, aunque también me dijo que se parecía un poco a 500 days of Summer, y sí es cierto, es una película latinoamericana con toques gringos. En estos días se la recomendé a Mischa, mi amiga brasilera, y se preguntó lo que todos nos preguntaríamos después de verla ¿Dónde está Wally? Sí, Wally, el muñequito que hay que encontrar entre un montón de muñequitos.

La película se trata de dos personas que viven en la era informática y que no se conocen aunque vivan muy cerca el uno del otro, estas son las cosas que traen la tecnología y las ciudades grandes, bueno, las pequeñas también, muchas veces hablo más con mi amigo Milo, que está del otro lado del mudo, que con mi vecina. Ayer me senté con una libreta a copiar frases de la película que me gustaron. Se las dejo aquí junto con la banda sonora y finalmente el trailer para que la vean. Además de que con ella le cogí asco a las piscinas, me gustó mucho.

Frases: 
-La vida la vamos haciendo sin tener la más mínima idea de cómo queremos que nos quede.

-Vivimos (como si estuviéramos) de paso en Buenos Aires.

-¿Qué se puede esperar de una ciudad que le da la espalda a su río?

-Estoy convencido de que las separaciones y los divorcios, la violencia familiar, el exceso de canales de cable, la incomunicación, la falta de deseo, la abulia, la depresión, los suicidios, la neurosis, los ataques de pánico, la obesidad, las contracturas, la inseguridad, la hipocondría, el estrés y el sedentarismo son responsabilidad de los arquitectos y empresarios de la construcción. De estos males, salvo el suicidio, los padezco todos.

-Si mi vida fuera un juego, como el Juego de la Vida, me tocó el frustrante castigo de retroceder 5 casilleros.  

-En un mismo instante perdí la mujer que amaba y la capacidad de volar. 

-Si todo se arreglara cerrando los ojos. 

-¿Hay algo más descorazonador que no tener emails en la bandeja de entrada? 

-Las citas son como los combos de McDonalds. En las fotos todo se ve más rico, grande y apetitoso que en la realidad.

-No puedo dormir, porque no encuentro el interruptor para apagar la cabeza.

-Hola, soy Zuzu, el eslabón perdido entre un peluche y un perro.

-¿Tantos kilómetros de cable sirven para unirnos o para dejarnos en nuestro lugar? 

-A: ¿Eres hombre o mujer? B: Mujer, aunque es un poco amplio, ¿no? 

-Si aún cuando se a quien estoy buscando (Wally) no lo puedo encontrar, como voy a encontrar al que estoy buscando si ni siquiera sé cómo es. 

Banda sonora:
True Love Will Find You In The End by Beck on Grooveshark

Marvin Gaye & Tammi Terrell by Ain't No Mountain High Enough on Grooveshark

Y aquí el trailer: 

Para ir a Medianeras y yo (Parte 2) haz clic AQUI

miércoles, 6 de junio de 2012

Mejor que no me pregunten

En Montería abrieron un McDonalds. Se dice que ahora somos más 'ciudad', porque además abrieron un Homecenter, una empresa chilena que vende utensilios para la construcción y abrirán un Buenavista, una marca de centro comercial que ha tenido éxito en Barranquilla y Santa Marta. Y sí, somos más ciudad, somos una ciudad más parecida a otras grandes ciudades extranjeras, pero sólo porque ahora comemos hamburguesas grasosísimas y porque las ferreterías pequeñas tienen la amenaza de desaparecer.

Si abrieran una librería como El Ateneo en Buenos Aires, en la misma esquina del McDonalds, ni que regalaran los libros la fila fuera más larga que la del Auto Mac. Las únicas librerías que existen en Montería son las cristianas, unas jurídicas y las que venden libros que mandan a leer en los colegios, que realmente no son librerías, sino papelerías con unos cuantos libros. Es decir, mayormente la literatura que se lee aquí es por obligación.

Las pocas personas que conozco que leen por gusto, lo hacen a través del programa que tiene la Red de Biblioteca del Banco de la República, que a cualquier lugar donde haya una sede del banco llega un libro de las bibliotecas asociadas (eso confirma que Dios existe). O se van a la calle 37 con 4ta, a un parque donde hay una feria permanente de libros piratas y de segunda, y es ahí donde consiguen las novedades colombianas y los clásicos de la literatura latinoamericana y universal (si es caso). O cuando viajan los compran. En las góndolas ubicadas al lado de las cajas de los supermercados los escritores más populares son Walter Riso y Osho y libros como Quien se ha robado mi queso o Padre Rico y Padre Pobre.

Puedo seguir hablando sobre la falta de lectura de literatura en Montería, pero esa no es la razón de mi texto. Lo que quiero decir, y esto no es nuevo, es que hay varios tipos de desarrollo, algo que no entendieron los europeos cuando llegaron a América. Uno de esos incluye el aumento del consumo y del desperdicio. Si es así, vamos bien. Pero también, desarrollo significa más educación, más conciencia en nuestra relación con el medio ambiente, con las personas, más oportunidades, de empleo y de estudio, por ejemplo, más acciones hacia el bien común, hacia la comunidad, y otras tantas cosas que están muy lejos de copiar malos hábitos y marcas extranjeras. Así que, por favor, ni piensen que Montería es más ciudad sólo porque los gringos ya invadieron el barrio.

Cuando hayan más universidades, más gente asistiendo a clases, cuando tengamos una ciudad más amable y pensemos un poco diferente, cuando las oportunidades no sean para unos pocos, cuando nos arranquemos el clasismo de la piel y miremos hacia la periferia, entonces quizás habremos evolucionado. 

domingo, 27 de mayo de 2012

Thiago

Pasaron varias horas. Todos en su casa se enteraron de lo que había sucedido porque alzamos las voces varias veces y mis lágrimas no daban tregua. La señora Cielo, su mamá, me regaló agua y le pedí que me llamara un taxi. Me senté en la sala a esperar y ella empezó a hablar sobre algo que había salido en las noticias como para que yo pensara en otras cosas. Esa noche en casa de Thiago ha sido parte de los momentos más difíciles de arrancar de mi memoria. Yo hubiera querido que mi celular tuviera carga, que las horas fueran más largas y mis sentimientos más pequeños. Que los besos fueran falsos, que mi piel no se convirtiera en un pedazo de tela y yo un muñeco que se arrastraba de dolor en el alma.

En la mañana después de llegar de clases el teléfono de mi casa sonó. Era la Señora Cielo. Se me hizo raro que me llamara porque los diálogos con ella, aunque amenos, eran circunstanciales, nunca me había llamado, no tenía mi número de teléfono, ni mi celular. ¿Cómo estás con Thiago, Cris? Me preguntó, ¿Has hablado con él? Hoy en la mañana lo vi raro, como triste, me dijo que ustedes habían terminado. La relación está estable, Señora Cielo, le respondí. Pero yo tenía claro que  estábamos como en la mitad de dos piedras esperando que un movimiento simple acabara con los dos.

Eso fue un viernes. Generalmente, Thiago iba al psicólogo el jueves. Yo iba los martes. Los dos íbamos a terapia con la idea de sacarnos de la cabeza mutuamente. Por mi parte, y sin conocer la de él, puedo decir que mis fuerzas no daban para tanto, dejarlo no era fácil, pero tampoco quería seguir, parece que todo era cuestión de iniciativa. Creo que lo único que yo quería era demostrarme que podía lograr lo imposible, lo que otras mujeres no habían logrado. Y aun conociendo mi condición, me era difícil terminarle, porque también lo amaba, supongo, porque fui muy ingenua y no supe manejar la situación.

Thiago era un tipo callado, de estatura media, flaco, tenía el pelo negro medio enrolado, la nariz larga, los ojos grandes, usaba gafas, tenía una boca pequeña y rosada. Cuando cogía confianza y se sentía seguro hablaba más de la cuenta. Le gustaba leer literatura, además escribía bien, esa fue una de las cosas que me hizo enamorar de él. Con lo poco que había leído de Andrés Caicedo podía relacionar ciertos de sus comportamientos con lo que era Thiago. Ese día después de encontrar el número de su casa lo llamé desde un lugar que vendía llamadas. Eran las nueve de la noche más o menos. En el ambiente había bulla, no le entendía bien lo que hablaba, yo estaba en una tienda que queda en la carrera 43 frente a la escuela donde yo estudiaba inglés. Los fines de semana prenden una rockola y en los bordillos se sienta gente a tomar cerveza.

Todo el día pensé en lo que pasaría cuando nos viéramos, tenía miedo. En medio de tanta cosa le entendí que llegara a su casa. Desde donde yo estaba hasta el barrio Las Delicias no hay buses, yo no los conocía, tomé un taxi. Él tenía un plan y se había estado preparando para llevarlo a cabo. Yo, muy ingenua, pensaba que las cosas podían mejorar, sabía que llegaría el momento, pero nunca pensé que fuera ese día.  

Llegué, me abrió la puerta, sus padres que estaban en la sala me metieron conversación y me quedé ahí hablando por un tiempo sólo por cortesía, porque me urgía verlo, quería abrazarlo, decirle que todo estaba bien.  Thiago se había ido a su cuarto, se me hizo raro. Pedí permiso y me fui a ver qué hacía.

Hoy no me gustaría salir, mañana podemos hacer algo, me dijo. Me parece bien, le respondí, estaba cansada y sin mucha plata. Se me quedó mirando, me dijo que teníamos que hablar, que tenía algo que decirme. Ya yo sabía lo que venía, y también sabía que no había reversa, esa vez era diferente. Todo fue tan efímero, tan volátil. Desde el comienzo lo sabía, desde los primeros días que empecé a salir con él ya lo sentía lejos, era vivir la vida y la muerte al mismo tiempo. Mis días no eran totalmente suyos, sus besos dejaban un sabor amargo en mi garganta, sus uñas arañaban mi alma, sus dedos tocaban mi corazón. Cuando duele, se ama. Nunca se siente dolor por algo que no se quiere.

Necesito estar solo, resolver unos problemas, ver qué hago con mi vida, será mejor que dejemos las cosas hasta aquí, Cris, me dijo y dejó de mirarme a los ojos. Para mí, que no tenía otro remedio que aceptar, fue como si me pasara un tren por encima. Mis ojos no pararon de llorar hasta 3 horas después, y siguieron llorando cuando llegué a casa y el día siguiente, y los días siguientes. El pepino ayudó con la hinchazón, pero no encontraba algo para llenar el vacío que dejó en mi tiempo, en mi corazón, en mis ganas. Yo no quería irme de esa casa, así supiera que era lo mejor para mí. Yo no quería tirarme al abismo aunque tuviera chance de caer de pie.

Empezó a llorar, me abrazó. Me confesó que su mamá me enviaba saludos, me hacía invitaciones a comer y él se inventaba excusas de mi parte. Eres un hijueputa, pensé. Le dije que ella me había llamado a preguntarme por la relación en la mañana. No dijo nada. Se tiró encima de mí y me dio un beso en el que pude sentir sus ganas de no hacerme daño, pero no sabía que ya todo el daño estaba hecho. Yo me dejé convencer otra vez de estar juntos con un ramo de rosas que me llevó una de las tantas veces que peleamos. Unas rosas que no eran nada al lado de toda la incertidumbre que me generaba estar con él. Este fue el precio que tuve que pagar por pensar que las cosas iban a estar mejor.

El taxi llegó y supe que era un adiós para siempre. Thiago me acompañó hasta la puerta, me subí, y entendí que ahí empezaba otra historia.

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miércoles, 23 de mayo de 2012

No somos de una sola parte

[Si eres de Montería y no has vivido en otro lugar, probablemente hablarás mal de mi con este post]

En Montería me dicen que soy barranquillera, pero yo de aquí no soy, y tampoco soy totalmente de allá.
Hoy leía un libro de Zygmunt  Bauman sobre la identidad y decía que cuando a alguien le van a dar un título de Doctor Honoris Causa en una universidad en Europa ponen el himno del país de donde es la persona que va a recibir el título, en su caso tendrían que haber puesto el himno de Polonia, pero Bauman contaba que se vio obligado a irse de su país a causa de la ley antisemita, quitándole la posibilidad de enseñar en la Universidad de Varsovia, donde trabajaba. El tipo no sabía qué hacer, había crecido en Polonia, pero gran parte de su vida la había pasado en Inglaterra, al final alguien le dijo que por qué no ponía el himno de Europa y así fue.

Mi caso no es el de Bauman, pero eso me hizo pensar que no somos de una sola parte. Crecí comiendo yuca y café con leche en el desayuno, escuchando porro en las fiestas de diciembre, oyendo a todo el mundo diciendo poc qué y no por qué,  pero aparte de eso, me vine a Barranquilla y me gusta bailar cumbia, disfrutar del carnaval, comer matrimonios en una frutera, digo full, y uso la palabra entrompar. Además viví en Brasil un tiempito y ahora escucho pagode, samba y sertanejo, hablo portugués, y me gusta el brigadeiro.
Vi novelas mejicanas, escuché (y todavía lo hago) música de Argentina, casi todas las películas que he visto son de Estados Unidos, cantaba canciones españolas en el colegio, uso aparatos chinos, etc.

Claro que soy de un lugar y ese lugar es Colombia, y me identifico con la mayoría de cosas que son de aquí, nací en Montería, y he pasado gran  parte de mi vida allá, pero eso no me hace completamente monteriana, los gentilicios existen, nos enseñan que somos de cierto lugar y que debemos estar orgullosos de eso como para estar más seguros de nosotros mismos, pero no quiere decir que seamos de una sola parte. Recuerdo que Ramón Illán Bacca, el escritor, ha dicho en sus entrevistas que él es un samario de Barranquilla, creo que se estaba refiriendo a esto que hablo.

viernes, 18 de mayo de 2012

Mi vida no es una película

[Si estás escuchando música alegre es mejor que no leas este post]

Mi vida no es una película porque me considere especial, en algún momento lo creí, pero ahora creo, como dice Bukowski que "Nuestras vidas (la de todos) no son tan diferentes, aunque nos gustaría pensar lo contrario". Tampoco es una película porque en las películas solo cuentan las partes interesantes, y la vida tiene partes interesantes y aburridas también, además en las películas hay un final, y en la vida hay muchos finales y comienzos y luego un gran fin. Mi vida es una película porque es como si cada escena, cada cierto tiempo, estuviera acompañado de un ritmo, de una melodía, de una letra.

Hay días como hoy, que tengo las hormonas alteradas y un montón de sentimientos juntos en que esa música de fondo se vuelve lenta, suave y melancólica, y me dan ganas de un abrazo, de hablar con alguien, de sentirme acompañada, de tomarme una botella de vino y de ver el amanecer, sentir que el mundo sigue girando y que yo estoy al lado del camino, como diría Fito, que estoy al lado del camino escuchando un piano acongojado, de pronto una canción de Cat Power.

Hay otros días, en que la felicidad está circundando, porque brota de mi, de mis amigos, se siente en el ambiente. Esos días, la música es más rápida, los acordes son mayores, la voz interpreta muchas más notas en intervalos más pequeños. Días en que me dan ganas de bailar, cantar o simplemente escuchar.

También hay días, y esto tampoco se parece a las películas, en que no quiero escuchar música triste aunque esté triste, porque la música es tan genial, que te puede tirar a un abismo aún estando en tu cuarto. Ahora escuchaba una canción de Robi llamada 'El tiempo va' que me pasó mi amiga Helen, y fue inevitable pensar en lo rápido que se pasa la vida, y me dio miedo pensar en que ya no volverá el tiempo, como dice él, y eso sumado a la melancolía que siento hoy me hizo sentarme aquí a escribir esto que lees.

Curiosamente, algunas veces cuando estoy triste me cae bien escuchar música alegre para cambiar de ánimo, pero casi siempre cuando escucho música triste, aunque esté feliz, inevitablemente siento que al menos una partecita de mí se inunda de tristeza. Supongo que es porque los momentos difíciles que producen sentimientos como la nostalgia y el dolor, son más duros de arrancar de la memoria y esto asociado a la música, nos lleva a que las canciones tristes nos entristezcan, porque nos hacen recordar esos sentimientos, como si el corazón, la piel, los labios, las manos, los poros, el oído, tuvieran memoria.

Mi vida no es un película, pero sí podría sacar una lista de todas las canciones que han hecho eco en mí, y mostrarlas al final, cuando me toque pasar los créditos.

martes, 8 de mayo de 2012

Hank me mató esa noche

Hank me mató esa noche. Después de tomarnos unas cervezas que compramos en la estación de gasolina frente al hospital nos fuimos a la terraza de su casa. Nos besamos varias veces. La relación que teníamos Hank y yo era de besos circunstanciales, pero en esos últimos días nuestras salidas se habían vuelto más regulares. Dos de los amigos con los que estábamos se fueron, quedamos Alana, Sergio, Hank y yo. Alana y Sergio estaban en lo suyo, ese día ella vio a su chico con otra y estar con Sergio fue la mejor forma posible que encontró para atenuar el dolor.

Hank era un tipo alto, grueso, no tenía una cara bonita, pero sí un cuerpo que cualquier hombre le podía envidiar, usaba gafas para ver de lejos, tenía labios grandes, los dedos de sus manos eran largos y se comía las uñas, algo que me hacía pensar que era bastante inseguro. Su pinta era formal, pulcra, me lo imaginaba como esa clase de médicos que se lavan las manos cincuenta veces al día con la idea de que hay bacterias asesinas en todos lados.

Sergio y Alana se pusieron a hablar, dejaron de tocarse y besarse. ¡Juan, debería ser comido por gusanos amarrado a una cama sin comida ni agua! dijo Alana. Juan era su (ex) novio. Sergio no dijo nada.
Hank se acostó en el piso a ver las estrellas. Yo me senté en una banca que había en la casa de al lado, puse los pies encima de la banca, mi mejilla derecha en las rodillas, y los brazos alrededor de las piernas. Pensé en Hank, en su lejanía. En lugar de estar allá imaginando pajaritos preñados, debería estar aquí al lado mío, me dije. Luego, como si Hank hubiera escuchado mis pensamientos se sentó en la banca. Sentí una corriente de aire frio como si el cielo hubiera querido darme una señal. Hank me agarró la barbilla, pensé que me iba a besar, pero sus movimientos fueron bruscos. Sacó un puñal que tenía escondido en la media y rápidamente me lo clavó en el abdomen. Lo sacaba y lo metía cada vez con más fuerza y yo sentía la sangre caliente saliendo de todas partes y que mi vida se iba con esa sangre. NO TE QUIERO VER, NO QUIERO QUE TE APAREZCAS MÁS POR AQUI, NO QUIERO QUE ME HABLES DE TUS PLANES ¡MI VIDA NO LA IMAGINO CONTIGO! ¿ENTIENDES? Decía Hank mientras yo quedaba  sin poder decir una palabra.

Alana y Sergio, que estaban sentados al lado de la puerta se besaban con locura mientras Hank jugaba con mis venas y metía sus dedos en mis heridas.
¿Qué estás haciendo? Gritó Alana corriendo hacia mí. Sergio prendió un cigarrillo que fumó tranquilamente. ¿Qué es lo que te pasa? Preguntó Alana con cara de angustia y apartando a Hank. Me agarró por los hombros y me sacudió con la intención de que yo diera señales de vida. Yo estaba fría, pálida, con taquicardia y temblaba. ¡Hay que llevarla al hospital! Le dijo Alana a Sergio, pero él no hizo nada para pararse del suelo y apagar el cigarrillo.

Hank se había ido hacia el carro que había parqueado frente a su casa y se quedó pensando por unos segundos. Después dijo con una voz limpia y tranquila: Llevémosla a urgencias. Entró a la casa, buscó una toalla, me cubrió las heridas, me montó en el carro en la parte de atrás y me llevaron al hospital que quedaba en frente de donde habíamos comprado las cervezas. Sergio no vino con nosotros. Yo no paraba de sangrar.
Cuando llegamos los enfermeros me montaron en una camilla. Hank se fue en el carro y dejó Alana en la entrada de urgencias. ¡Eres un hijo de puta, Hank! Gritó Alana. Los enfermeros me llevaron por un laberinto a una habitación con otros pacientes. Más nunca la vi, parece que las enfermeras no la dejaron acompañarme. No podía respirar, sentía que el aire se agotaba y que mi corazón estaba débil. Me pusieron oxígeno, no sabía muy bien si estaba en un sueño o era verdad lo que me estaba pasando. Oía las voces de mucha gente, mis ojos solo se entreabrían un poco y con eso veía la luz de las lámparas. Mi cuerpo yacía en esa camilla, pero yo ya estaba muchas millas lejos de ahí.

lunes, 16 de abril de 2012

Mentir

Después de varios días de silencio hoy decidí sentarme frente al computador y hacer una declaración: ¡Me gusta que me mientan! Y no sólo eso ¡Me gusta mentir! ¿Quién ha dicho que la mentira hace daño si es una de las cosas que más nos hace felices? La verdad siempre duele. ¿O es que no han oído llorar a los niños cuando les dicen que la gaseosa ya se acabó o que el parque ya está cerrado? Vivir en un mundo que no es real es lo mejor que nos puede pasar. Es bueno ignorar que nuestro novio habla todavía con la ex o que nuestro mejor amigo anda contándoles nuestras intimidades a los demás. Eso nos hace más dóciles con las personas, hace que nuestros sentimientos de rabia y decepción sean cada vez más inconstantes.
Hay ciertas personas que se molestan, creen que contar las cosas exactamente como pasaron, o decir lo que realmente se siente van a llegar muy lejos. Están totalmente equivocados. Yo miento y miento con la convicción de que no le estoy haciendo mal a nadie, por el contrario. Además, mentir es un buen ejercicio para la memoria, quien miente se va entrenando también como para jugar ‘la pareja correcta’ o para que no le de Alzheimer cuando esté avanzado en edad.
Mi mamá siempre me decía que tenía que decir la verdad, pero ahora que he crecido que he vivido un poco, me doy cuenta que está en un error. Mentir es un placer, como por ejemplo, elaborar esto que escribo. Sin mentiras la humanidad moriría de desesperación y aburrimiento, dijo el escritor francés Anatole France, y es cierto. Además, que para mentir hay que tener una gran imaginación y poder de persuasión, y eso nos hace mejores personas. Jajajaja. 

martes, 3 de abril de 2012

A veces

Las historias suceden diferentes en cada uno. La vida pasa de formas de diferentes por cada cual. Todos tenemos un mismo fin. Todos nacemos de la unión de dos células. Nacemos en diferentes circunstancias, otros no llegan a nacer. Cuando salimos del vientre de nuestra madre lloramos, ¿Será qué es un aviso de que la vida es bastante dura? Llegamos a un grupo de personas, no necesariamente familia, no necesariamente grupo. Después conocemos gente que se pueden quedar como nuestros amigos, si les abrimos la puerta, si ellos nos abren la puerta. Los amigos son la familia que escogemos, dicen, son las personas que nos acompañan cuando la familia no está, o podemos estar con los dos. Los amigos son tan necesarios como el aire. ¿Con quién saldríamos los viernes en la noche? ¿Quién nos daría un consejo cuando sea necesario? ¿Con quién compartiríamos el libro que nos estamos leyendo o la película que nos vimos ayer? Los amigos se van, a veces. Y llegan otros amigos. A veces los que nos vamos somos nosotros. A veces no llegan más amigos. De esos amigos podemos conocer a alguien con el que nos vamos bien y queremos estar todo el tiempo. A eso le llaman novio, o novia, o vacile, o lapersonaconlaqueestoysaliendo. A veces nos enamoramos tanto y nos hacen tanto daño que ya no queremos enamorarnos más así. A veces los que hacemos daño somos nosotros.

Del amor he escuchado que cuando se ama de verdad no importa si la otra persona nos está amando. Después de un tiempo me he dado cuenta que desafortunadamente el amor de pareja es un juego en el que hay que saber moverse. Nunca es bueno mostrar todo lo que se siente. No de una sola vez. Te puedes quedar amando sólo. Es como si el otro se asustara. Como si no supiera qué hacer con tanto amor. También me he dado cuenta que es más importante tener gustos parecidos, tener cosas de que hablar, ser amigos, que el tipo o la nena sea lindo o linda. Lo ideal serían las dos cosas juntas. Y creo que es algo instintivo, siempre buscamos el mejor macho o la mejor hembra para que nuestras crías tengan buenas características. También es algo social, queremos mostrarle al mundo que andamos con alguien bonito.
Dentro de todas las personas, hay unas a las que les va bien siendo honestas y buenagentes. Hay otras que prefieren ser malaclase y presumidas. Casi siempre nadie escoge de entrada cómo ser. Lo que se ve se va copiando y es así cómo desarrollamos lo que somos. Con el tiempo podemos hacernos conscientes de todo esto y si no nos gustan ciertas cosas, las vamos cambiando, paulatina o repentinamente. Hay gente que cambia bastante. Hay otra que se queda más o menos igual. Los golpes de la vida nos van formando también. Hay gente tímida, hay otra extrovertida. ¿Quién es más feliz?

A veces cuando voy en un bus, me estoy bañando o estoy escuchando música, me pregunto si es mejor tener mucho dinero o hacer las cosas que a uno le gustan. A veces el dinero da la posibilidad de hacer lo que a uno le gusta. A veces no es necesario. Para tomar fotografías es necesario tener una cámara, para viajar hay que pagar tiquetes de avión. Para cantar, es necesario tener una buena voz y no hay dinero que compre una buena garganta. El dinero es el punto central del sistema que funciona en mi país. Y digo funciona porque no encuentro otra palabra para referirme al uso, porque no es que funcione realmente. Hay muchas personas que no tienen ni siquiera lo básico. Hay otras personas que tienen más de lo mucho. Hay gente tonta que sobrevalora a las personas que tienen dinero. Hay gente que tiene dinero que quiere seguir teniendo más dinero. Me he dado cuenta que el dinero no hace la fiesta más divertida, ni la conversación más fluida, y que nadie compra el don de la curiosidad ni el talento. 

lunes, 26 de marzo de 2012

Texto para ser leído en voz alta (2)

La lluvia moja la mesa, el piso, el techo, mi cuadra, el barrio, la ciudad. Salgo a la terraza a escuchar más de cerca el plic, plic, plic, plic de las gotas que caen en los charquitos. Plop, plop, plop, plop, cae la lluvia, brom brom braaaummm truena y relampaguea. La gente camina más rápido. La gente se tapa de la lluvia con paraguas, con libros, con bolsas, con impermeables. Hay otra gente que no se tapa. Tlic tlac tlic tlac tlac es la lluvia que cae entre las plantas que tiene mi madre en la terraza. La lluvia que sigue y que sigue y que moja mis ganas sin tocarme. La lluvia, la lluvia, la lluvia, la llu llu llu llu lla lla lla llu llu vi vi a a a a se compone de gotas, goticas y gotas que se acumulan en el piso formando charcos que la gente pisará después de que ha cesado la lluvia. Cierro los ojos,  escucho llover, escucho las gotas plac plac plac plac plop plop. Cierro los ojos, escucho llover, escucho la gota que cae del techo plic         plic         plic           plic         plic. Brum brum brum braaauuummm ploc ploc ploc ploc brum brum brum braaauuummm, plac plac plac plac, braaauuum, los truenos se intensifican. La lluvia, la gente, las matas, mi madre, las gotas. Plic plic plic plic. La lluvia que pesa, la lluvia que cesa, los días de lluvia.

Este texto lo escribí después de escuchar un texto parecido. Me pareció bonito el uso de las sílabas para remembrar el sonido de las cosas.

viernes, 23 de marzo de 2012

Texto para ser leído en voz alta (1)

No fueron ni uno, ni dos, ni diez, los años que Homero esperó. Todas las noches antes de acostarse cerraba los ojos y decía en voz alta: “¡Diojmio, que vuelva! ¡Yo te lo doy todo!: Mi carro, el perro, el cigarro, mis joyas, mis ollas, mi casa, mi cama, mis comas, mis cosas, mis huesos, mis libros, mi gato, mis gotas, mis ramas, mis remos, mis pesos, mi loza, mis lazos, mis lunas, mi cuna, mi vaso, mis besos, mi queso, mi agua, mis tierras, mi carne, mis martes, mis trajes, mis peces, mis nueces, mis reses, mis meses… ” Hasta que se quedaba dormido. Al día siguiente despertaba  con el ruido del tráfico, se bañaba, se miraba al espejo al cepillarse los dientes, se vestía, tendía su cama, desayunaba, y se sentaba al lado de la ventana a ver pasar el tiempo. En su casa no habían relojes, pero Homero conocía más los días que cualquier otra persona.