domingo, 27 de marzo de 2011

Rio

Lleva la vida que yo daré
aunque mis aguas no sean tan claras como su conciencia
que sagrada se desvanece con mi paso
Él sigue siendo puro
yo me vuelvo pesadilla
a él todos lo miran
yo soy fantasma que sólo los perros sienten
él se va
y yo me quedo.

lunes, 21 de marzo de 2011

La virginidad de la Chilindrina

A veces el reloj es tan lento como la gota que cae de una llave mal cerrada, los minutos caminan con fracturas, las manijas se despiertan con pereza. Hoy ha sido uno de esos días en que caí en cuenta de mi falta de conciencia y de todo lo que no me he permitido por pensar que las barreras son siempre físicas. El tiempo lento mezclado con lo que queda de mí no resulta en nada bueno.
Me decepciona el destino, esperar es lo peor que me puede pasar, pero soy tan como soy, que hasta me he puesto un clavo en el zapato para sentir dolor todos los días.
Dar amor descontroladamente ya no va conmigo, eso sólo pasaba cuando creía en los finales felices, en los poemas de Sabines, en las canciones de Alberto Plaza y en la virginidad de la Chilindrina. Ahora que soy consciente de mi inconsciencia, creo que la perfección es relativa, y me gusta (a veces), mis días serían aburridos si no siento como la punta del clavo se adentra en mi pie, pero hay otros días en que me quemo con mi propio fuego y es ahí cuando no sé qué hacer, aunque me haya pasado varias veces, no sé qué hacer, porque el dolor en el pecho es insoportable, porque a veces me creo la verga, no miro bien que estoy haciendo y todo se me sale de las manos, porque soy muy emotiva, porque a veces no pienso con la cabeza, porque creo que tengo el control de este mundo, porque la vida no es siempre como yo la pienso.

viernes, 18 de marzo de 2011

¡Salud!

Los viernes despues de salir del trabajo no hay mejor plan que tomarnos una cerveza en un bar pequeño que tiene en sus paredes afiches de Los Beatles, pero que nunca pone canciones de ellos. Ya superada la etapa del vino en caja en los parques y las guitarras ebrias que tocaban canciones, también ebrias, de Silvio, Chico César, Pedro Aznar y Pedro Guerra, no estaba mal volver a escuchar Aerosmith, Velvet Revolver, The Police, Michael Jackson, etc., y pegarse a las polas, es que ellas son las diosas de la amistad y de las noches para hablar mierda, son el preámbulo a una sesión de risas y brindis, de los shots de tequila, cuando hay plata, y de los pensamientos melancólicos. Cuando llega una jarra a la mesa se chocan los vasos para celebrar que el universo conspiró y que nos ha puesto ahí para ver al mundo más amable.
Tomando cerveza he subido varios kilos, los jeans me quedan apretados, pero también he vivido noches increibles, porque las cervezas son como unos lentes de sol que te ponen a ver de color rosa la vida, son y seguirán siendo mis compañeras de momentos para compartir ideas, chismes, para no sentirme sola y crearme el colchón que necesito cuando me veo caer. Confieso que ¡Me gusta la cerveza! y además, el mareito que provoca su exceso. ¡Salud por ellas compañeros!

viernes, 11 de marzo de 2011

¿No te cansas?

¿Te acuerdas de mí? Me conociste hace algún rato y me dejaste el corazón roto ¿Recuerdas? ¿No? además de eso, tengo el insuperable deseo de no verte jamás, ¿Tampoco? Creo que pueden servir los hilos que amarraban mi boca y que cohibían mi más profundo deseo de pronunciar algunas palabras, eso sería un rasgo no tan común, te ayudaría, por suerte entendí que también tengo manos, y que los hilos no eran más que fantasmas, entonces ahora además de hablar, escribo. Y aquí me tienes, es la 1 de la mañana y no te dejo en paz ¿Será cuestión de tiempo? De vez en cuando las heridas me sangran, la carne aun sigue viva, como el recuerdo de tu pelo, tus manos, tu sonrisa, no encuentro ungüento, spray o pomada que me seque las cortadas y los latigazos, algunos días siento cómo el calientico de la sangre va bajando por mi cuerpo al igual que mis lágrimas ¿No te cansas?

martes, 8 de marzo de 2011

Consejos básicos para perder a una mujer fácilmente

1. Llámala por todos los nombres, menos el de ella.
2. No le preguntes nada, ni cómo ha estado, ni cómo se siente. Espera que ella te pregunte a ti.
3. Háblale de tu ex en todas las citas.
4. No uses perfume, y en caso de que uses, cómpralo en las rebajas, entre más barato, mejor.
5. Cuéntale como te has llevado a la cama a todas las mujeres que han estado contigo.
6. No dejes que ella hable, debes hablar toda la noche.
7. Anótale en una libretica tus tips para las espinillas y los barros, para la caspa y el mal aliento.
8. Recuérdale todo el tiempo que tú eres el inteligente y que ella es solo una simple mujercita que no sabe de nada de lo que tú has vivido.
9. Dile que es la mujer más complicada y la más peliculera de todos los tiempos.
10. Y por último, prométele el cielo, pero nunca cumplas lo que dices.

¿Algún otro consejo?

miércoles, 2 de marzo de 2011

Zezé

(Fragmento)

El cielo estaba cada vez más oscuro y con amenaza de lluvia, era octubre, atardecía más temprano de lo normal, por suerte y gracias a mi madre, llevaba un paraguas en el bolso. El bus se detuvo. Un tipo de pelo liso y largo hasta los hombros, flaco, con barba y un morral desteñido pasó por el torniquete, le entregó el pasaje al conductor y se acomodó de pie al lado mío. Lo miraba por el rabito del ojo imaginando que me decía algo. Me puse nerviosa. Guardé el cuaderno. Los hombres con barba y con aspecto de no haberse bañado hace 3 días me encantan. Pensé: ¿Qué hará en el bus?, ¿De dónde viene?, ¿A dónde va?, sus botas punta de acero me decían que trabaja en una fábrica, o en una empresa constructora, pensaba que podría ser ingeniero o arquitecto, pero me dije: Si fuera arquitecto de una constructora no estaría tomando bus. Los buses son sólo para gente pobre (como yo). Si quiero conseguir a un tipo con plata, en un bus no es buena idea, tal vez en las discotecas de la 84 o en los restaurantes de la 53, pero como no acostumbro a ir a esos lugares, parece que estaré condenada a la vida que llevo a no ser que me deje de pendejadas y haga algo productivo.  

El tipo se movía, el maletín le incomodaba. Tenía una camisa blanca manga-larga recogida hasta los codos, sin encajar, y un jean azul desteñido sólo en la parte delantera de los muslos. Tuve la sensación de que se llamaba Zezé y así lo llamé de ahí en adelante. Observaba su reflejo por el vidrio de la ventana, mi corazón palpitaba más rápido, no me atrevía a mirar mucho, si no fuera tan tímida le hubiera dicho que nos tomáramos un capuccino en el Prado, pero Zezé seguramente se bajaría en la calle siguiente y para mí la razón de estar en ese bus acabaría.