Recibí
varias cartas cuando era adolescente y el Internet no estaba en todas las casas.
La mayoría aun las conservo en una cajita de madera que me regaló una amiga el
día de mis quinces. Me gustan las cartas, en general cualquier correspondencia.
Me alegra mucho saber que ya llegó aquel libro que pedí por internet. Actualmente
soy yo misma la que me mando paquetes. Los emails también me alegran el día,
los que son personales quiero decir, y también los mensajitos en Facebook.
Saber que una persona que no veo desde hace un montón de tiempo aún se acuerda
de mí, y me cuenta sobre su vida y me pregunta sobre la mía, es reconfortante. Saber que alguien me regala un poco de su tiempo pensando en nosotros dos es generador de alegrías. En
realidad me gustan más los mensajes y los comentarios que los “me gusta” de Facebook.
El botoncito de “me gusta” es tan genérico a veces que dice y no dice.
Carta de Frida Kalho a Diego Rivera |
Paso 1. Busca lápiz y papel. No tiene que ser bonito
el papel, ni bonito el lápiz, pero si son, aumentas puntos, si lo que quieres
es agradar.
Paso 2. Ponte cómodo para escribir. Puedes poner
musiquita de fondo, buscar un lugar silencioso, lo más importante aquí es tu
disposición.
Paso 3. Escoge una persona. Familia, amigos, persona
que te gusta, porter@, profesor@, compañer@ de trabajo, vecin@, amor platónico,
jef@, alguien que ves pasar todos los días, tu mism@ cuando tengas 60 años.
Paso 4. Busca un tema. Cuando ya sepas la persona a
quien le vas a escribir, es más fácil escoger qué le vas a escribir. Podrías
empezar con algo que te pasó en el día, con una frase famosa que te
guste, o con simplemente un “¿Cómo estás? Espero que bien”. Empezar es lo más difícil,
una vez lo has hecho te sobrarán las palabras. Si no sabes qué escribir,
escribe desde tus sentimientos. Las personas no pueden adivinar lo que sientes,
y es bonito comunicarlo. Algo como: “Me gusta pasar el tiempo contigo”, “Me
siento bien cuando te veo”, “Tus palabras son muy valiosas para mí”, “Me
encanta como dibujas/sonríes/cocinas/cantas”, “Adoro la manera como hablas”.
Cosas así.
Paso 5. Sé sincero. Escribe con el corazón
abierto de par en par. Las palabras vacías no tienen sentido en esta dinámica.
La hipocresía, la adulación excesiva, la falsedad, etc., estorban, no tienen
cabida aquí y le quitan eternidad a la carta.
Paso 6. Coloca una frase de despedida, tu nombre, la
ciudad donde estás y la fecha.
Paso 7. Dobla la hoja y ponla en un sobre (esto último
es opcional).
Paso 8. Entrega tu carta. La carta no es carta hasta
que no se entrega.
Tengo que aclarar que no todas las veces es apropiado escribir una carta. Hay circunstancias en las que es mejor hablar. Las ventajas de escribir es que uno tiene tiempo para pensar lo que va a decir, con las mejores palabras, de la mejor manera. Conversar ya implica otras cosas, una de esas es dar la cara, que parece difícil, más en estos tiempo del internet que nos ha dejado sin coraje y sin la posibilidad de mirar a los ojos. Muchas veces preferimos chatear o escribir un email, que agarrar el teléfono, llamar, o poner una cita. Si no hay otra opción, entonces es preferible escribir que no decir nada, aunque hay veces que tampoco vale la pena. En este caso tenemos que ser sensatos y seguir nuestros instintos, nuestro corazón, nuestra cabeza. Hay veces que la palabra escrita puede malinterpretarse y el formato de la carta no deja aclarar malentendidos, por lo menos no tan rápido como la palabra hablada.
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