sábado, 15 de enero de 2011

Lola Jattin

Ella se levanta, busca leche en la nevera y un pedazo de pudín para comerlo a eso de las 10 de la noche. Después, se fuma un cigarrillo y se queda en su soledad, a veces triste, a veces alegre porque tiene la certeza de que lo pasado es pasado y que de ahí nada ni nadie va a salir a buscarla. Mi madre ríe cuando todos la miran, sus carcajadas son contagiosas, a la gente le gusta eso y se arriman y la buscan intentando escapar de lo que les tiene deparado el destino. Le gusta tomar whiskey, le gusta que la visiten, le gusta rodearse de gente que la conoce para sentirse amada. Y lo es. A mi madre todos la adoran, en la fiestas la aplauden cuando llega, tiene un espíritu que solo ella sabe como manejar gracias a lo duro que la vida la ha golpeado y a los llantos que nadie conoce, gracias a otras cosas que yo no sé también, porque si lo supiera, indudablemente sería como ella. Mi madre es mi madre y no la tuya, la que dio su belleza, tiempos y vicios a cambio de mi vida. ¿Cómo pagarle? ¡Dime! ¿Cómo pagarle?

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