lunes, 24 de enero de 2011

¿Qué tiene?

Tenía 17 cuando dejé la escuela de música y decidí irme de Montería a estudiar donde fuera. Por regionalismos de mi papá caí aquí: en la arenosa, donde la gente vive un carnaval todos los días, la ciudad del bollo de angelito, de la butifarra, del Checho Acosta, mejor dicho, en Barranquilla. No paraba de llorar cuando llegué porque, imagínense: una niñita que nació en una ciudad de 400 mil habitantes, consentida, tímida, que llegaba a su casa y la comida la encontraba en la mesa, vivía en frente del colegio donde estudió, tenía pocos amigos, llega a una ciudad de casi 2 millones de habitantes, donde solamente conocía a una tía política, a vivir en una pensión con 2 niñas más y con la zozobra de no saber cuando regresaría. Fue terrible, pero también tenía claro que no era la primera persona que lo había hecho y que mi caso no era el peor. A los 15 días me devolví a Montería, solamente a saludar, poco a poco me fui amañando. Hoy, puedo decir que llevo 5 años y medio viviendo aquí, y déjenme contarles que me duele en el alma irme de esta ciudad que le debo tanto. Ahora lloraré, pero porque me voy. 

¿Qué tiene Barranquilla? Cada quien vive las ciudades de acuerdo a sus circunstancias, de lo que va pasando, uno tantea, va aquí, mira allá, escoge y va formando su cotidianidad partiendo de sus gustos individuales. Mi cotidianidad la llené de cultura, de eventos culturales para ser más precisos. Iba a cuanto concierto, obra de teatro, exposición, lanzamiento de libro, recital de poesía hubiera. Me sabía la agenda cultural de 'pe' a 'pa', y así, fui conociendo gente fuera de los salones de clase, gente con gustos parecidos a los míos, gente que ahora hace parte de mi familia y de la cual estoy orgullosa, porque yo la escogí para que fueran mis amigos. 

La vida la encuentro aquí un poco más interesante, con un picante extra, porque está llena de retos y eso me gusta, retos que son míos totalmente y que he aprendido a afrontar con el tiempo. En Barranquilla los carnavales hacen que las personas sean unidas y aprecien lo que tienen, ir a bailar a La Troja, por ejemplo, nunca lo hubiera hecho estando en Montería, esas son las cosas que me han hecho pensar de otra forma y entender que hay  muchos mundos dentro de este mundo, que la vida no es sólo como yo la llevo. Me dejé encantar y ahora tengo otra mirada, también he crecido, la vida no es fácil, menos fuera de casa.  Espero que con estos nuevos ojos encuentre la magia que tiene mi pueblo natal y que no he descubierto completamente, quizá porque no me he tomado el trabajo, quizá porque no la tiene, por lo menos haré el intento. 

1 comentario:

  1. Lo más difícil no es ir a desempacarse en una gran ciudad, es volver al pueblo luego de haber vivido fuera por un buen tiempo.

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