sábado, 30 de noviembre de 2013

No es una guía actualizada de suicidios // Não é um guia atualizado de suicídios

[Versão em português embaixo]

La vida es una montaña rusa. A veces lenta, a veces rápida, a veces subiendo, a veces bajando, a veces ninguna de la dos. El juego de la vida consiste en controlar esos rieles para tratar de que no vayan en bajada. Estudiar, trabajar, salir, conocer gente, crecer, casarse, tener hijos. Nada de eso es fácil. Una de las cosas que hace difícil la vida, en mi opinión, es la relación con las personas. Hay días que quisiera estar de acuerdo con todos, no ser tan sensible, ser más flexible, no tener diferencias, o simplemente no sentir o no tener que relacionarme con nadie. Suena a cosa de ermitaños ¿No? Pero, naturalmente no puedo. Si lo pienso mejor, no quiero. El sistema tampoco me deja y mi vida sería más difícil, paradójicamente.

Siempre estamos dependiendo de algo y por lo tanto de alguien. La autosuficiencia es una utopía y más en estos tiempos. Norberto Chaves dice: “Se ha universalizado el “prêt-á-porter” [...] el individuo ya no tiene que molestarse en producir nada; su actividad se limita, en el mejor de los casos, a escoger.” Y es así, siempre estamos necesitando de alguien, aunque sólo sea para escucharnos.

Wilson de la película "Náufrago"


Relacionarse y no tener diferencias también es una utopía. Algo está mal cuando no hay diferencias. Las relaciones perfectas son aquellas sinceras y en donde nos sentimos libres. Libres para expresar nuestros gustos y preferencias, nuestras reacciones, lo que pensamos, lo que sentimos. La confianza, la sinceridad, el respeto y la solidaridad son elementos importantes para que la cosa fluya.

Me he decepcionado cuando alguien que quiero traspasa esta línea. Cuando las cosas nos importan duelen más las heridas. Una amiga me decía que cuando a uno le gusta alguien deja de ser espontánea y calcula cada cosa, porque es una forma de escudo para que no duela tanto si la otra persona no actúa como uno espera o quiere. Lo ideal seria que siendo espontáneos podamos controlar la decepción, lo que llaman inteligencia emocional. ¡Que mierda!

Se necesita mucha grandeza y consciencia para despojarnos de algo que nos hace tan humanos como son los sentimientos. Tampoco es algo imposible. A los pocos se aprende a racionalizar y racionar lo que sentimos. Desafortunadamente (o no) la vida nos va haciendo cada vez menos espontáneos. Como si tuviéramos más miedo. Después de tanto caer, ya uno no quiere rasparse las rodillas.

Tengo, en un cuaderno que compré hace unos meses, un texto de Medina que me gusta y que leo como un mantra cuando estoy dando más de lo necesario. Dice así: “Cuando das más de lo que recibes, arriesgas el pellejo y luego no debes llamarte a engaños. Esto no significa que no debas amar. No es una guía actualizada de suicidios. Es sólo alguien que aprendió a ir despacio. Confiar es el peor crimen y el camino más fácil hacia el infierno. Esto no significa que no puedas confiar. Es sólo alguien a quien le partieron el corazón demasiadas veces en una misma noche”.

La vida parece más fácil cuando llevamos estos escudos, cuando vamos más lento y nos olvidamos de ser espontáneos. Mis rodillas tienen muchas marcas y cicatrices, pero eso es mejor que quedarme parada o tirarme del carrito de la montaña rusa. No quiero volverme una persona que calcule el número de abrazos y besos. ¿Qué ganamos quedándonos adentro cuando allá afuera hay un carnaval?

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Não é um guia atualizado de suicídios

Tradução de Thiago Bueno

A vida é uma montanha russa. Às vezes lenta, às vezes rápida, às vezes subindo, às vezes descendo, às vezes nenhum dos dois. O jogo da vida consiste em controlar esses trilhos para evitar que tomem a descendente. Estudar, trabalhar, sair, conhecer gente, crescer, casar-se, ter filhos. Nada disso é fácil. Uma das coisas que torna difícil a vida, na minha opinião, é a relação com as pessoas. Há dias em que queria concordar com todos, não ser tão sensível, ser mais flexível, não ter diferenças, ou simplesmente não sentir ou não ter que me relacionar com ninguém. Parece coisa de ermitão, não? Mas, naturalmente, não posso. Pensando melhor, não quero. O sistema também não me permite, e minha vida seria mais difícil, paradoxalmente.

Sempre dependemos de algo e, portanto, de alguém. A autossuficiência é uma utopia, ainda mais nestes tempos. Norberto Chaves diz: “foi universalizado o prêt-à-porter” [...] o indivíduo já não precisa se preocupar em produzir nada; sua atividade se limita, no melhor dos casos, a escolher.” E é assim, estamos sempre precisando de alguém, ainda que seja só para nos ouvir.

Relacionar-se e não ter diferenças também é uma utopia. Algo vai mal quando não há diferenças. As relações perfeitas são aquelas sinceras, e nas quais nos sentimos livres. Livres para expressar nossos gostos e preferências, nossas reações, o que pensamos, o que sentimos. A confiança, a sinceridade, o respeito e a solidariedade são elementos importantes para que a coisa flua. 

Decepcionei-me quando alguém que amava ultrapassou essa linha. Quando as coisas nos importam, as feridas doem mais. Uma amiga me dizia que quando alguém gosta de uma pessoa, deixa de ser espontânea e calcula cada coisa, porque é uma forma de escudo para que não doa tanto se a pessoa não age como se espera ou se quer. O ideal seria que, sendo espontâneos, pudéssemos controlar a decepção: o que chamam de inteligência emocional. Que merda!

É necessária muita grandeza e consciência para nos despojarmos de algo que nos torna tão humanos como os sentimentos. Mas não é algo impossível. Aos poucos se aprende a racionalizar e racionar o que se sente. Infelizmente (ou não), a vida vai nos tornando cada vez menos espontâneos. Como se tivéssemos mais medo. Depois de tanto cair, a pessoa não quer mais ralar os joelhos.

Tenho, num caderno que comprei faz alguns meses, um texto de Medina de que gosto, e que leio como um mantra quando estou dando mais do que o necessário. Diz assim: “quando dás mais do que recebes, arriscas teu couro e não deves nutrir ilusões. Isto não significa que não devas amar. Não é um guia atualizado de suicídios. É só alguém que aprendeu a ir devagar. Confiar é o pior crime, e o caminho mais fácil para o inferno. Isto não significa que não possas confiar. É só alguém a quem partiram o coração vezes demais numa mesma noite”.

A vida parece mais fácil quando portamos esses escudos, quando vamos mais devagar e nos esquecemos de ser espontâneos. Meus joelhos têm muitas marcas e cicatrizes, mas isso é melhor do que ficar parada ou pular do carrinho da montanha russa. Não quero me tornar uma pessoa que calcula o número de abraços e beijos. Que ganhamos ficando dentro de casa quando lá fora há um carnaval?

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2 comentarios:

  1. Hola Matina, me encanta leerte. En especial en ésta entrada le has puesto muchas palabras a marañas que se han venido generando en mí... leerte ha ayudado a jalar algunos hilos que seguiré estirando para perseguir la promesa de paz interior que trae consigo el caminar los claroscuros de mi ser. Saludos¡

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    1. Hola Jaime! A mi me encantó leer tu comentario. Besos y adelante!

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