Todos los días, ahora estando en (mi) casa, me levanto con la curiosidad de saber si el banano que ponen en el árbol de afuera, todavía está. Salgo a inspeccionar tipo 10 de la mañana. A veces lo encuentro por la mitad, otra veces está intacto, han habido días que sólo tiene unas cuantas picadas y otros días que el chocorito donde lo colocan está vacío. El banano cumple su función: alimentar a los pájaros que llegan todas las mañanas a comer ahí.
Me encanta ver como lo pican, entre picada y picada hacen pausas para mirar alrededor y asegurarse de que no hayan más pájaros, de que nadie más interrumpirá el ritual. Al banano lo seducen, van de rama en rama, suavecito, hasta que por fin logran clavarle el pico y no descansan hasta que quedan satisfechos, excepto cuando lanzan esas miraditas.
Adoro las pequeñas cosas. Como ciertas canciones que con 3 minutos pueden cambiarte la vida entera, como las estrellas, no tan pequeñas, que adornan la noche, el sonido de las ranas, una voz amable, una sonrisa cierta, una llamada sin razón, un pajarito comiendo banano en el árbol de afuera de mi casa.
ver y valorar las pequeñas cosas hacen comprender mejor la vida, y en mi opinión ninguna gran cosa es tan valiosa
ResponderEliminarUna llamada sin razón, I like that :)
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