martes, 21 de enero de 2014

Los tipos que leen son sexys

[Versão em português embaixo]
Ryan Gosling #ReadingisSexy
Los tipos que leen me parecen sexys. Me gusta que me digan que están en medio de una historia interesante que los tiene pensando. Que sepan quien es Murakami y más aún que lo hayan leído. Que conozcan un poco de literatura nigeriana. O que tengan algo interesante que contarme. En general, me gustan los tipos curiosos que gastan su tiempo libre en algo: Libros, comics, series, revistas, películas, música, algún instrumento, idiomas, etc. Los que se quedan con la televisión, con lo que dice la gente y con las redes sociales, por mí pueden irse a freír espárragos. No hay nada más sexy que un hombre que puede hablar de varios temas, y que cuando no sabe, pregunte. No, el que se las tira de sabelotodo no me parece sexy. El sexy es el que además de que habla, deja a una hablar con aire de querer aprender y escuchar, de llevar una conversación. 

Estando en la universidad me enamoré de varios profesores. Mi psicóloga me decía que probablemente terminaría con un profesor, no necesariamente mío. No sé si eso pasará, pero lo que sí se es que me gustaría quedarme con alguien que lea. Los tipos académicos tienen un aire que me gusta. Eso es más sexy que tener músculos. Me idiotiza alguien que sabe demasiado. En pregrado escogí una materia que se llamaba Escritura Creativa. Mi profesor era Ramón Illán Bacca, un escritor del Caribe colombiano bastante reconocido. Las pocas veces que me dio clases me quedaba boquiabierta escuchándolo. El tipo es una figura. Decía: “Bueno, si ustedes no quieren estar aquí, yo tampoco”. Pasaba lista y se iba. Muchas veces lo hizo, pero eso es otra historia. Nunca me imaginé a Ramón invitándome a salir, pero sí me imaginaba conocer a un tipo mas o menos de mi edad con su bagaje. Conocí a varios intentos. 

Siempre me han parecido sexys los tipos que leen. Y la mayoría de las veces no son los más bonitos. Le he mostrado fotos de mis citas a mi hermana y sale con algo como: “Hmmm, ¿Y es buena gente?”. Definitivamente el físico no es más importante que lo que tienen en la cabeza y cómo lo utilicen. Creo que los libros son mi fetiche porque a mi papá siempre le ha gustado la lectura. He escuchado que escogemos inconscientemente parejas parecidas a nuestros padres, porque ellos son nuestros referentes primigenios. ¡Vaya una a saber si es verdad! Lo cierto es que los tipos que leen me parecen sexys. La lectura da imaginación y la imaginación y el sexo tienen mucho que ver. Esa puede ser otra razón. 

Ayer leí el artículo de Josep Lapidario sobre su obsesión con las mujeres que leen y con las que duermen. El artículo me llevó a un cuento de García Márquez que abonó mi admiración hacia él y además me mostró el gusto que pueden tener los hombres de ver una mujer durmiendo. Gabo cita en el cuento a Kawabata, Premio Nobel de Literatura 1968, y su novela La casa de las bellas durmientes que cuenta la historia de un viejo japonés que pagaba enormes sumas de dinero para pasar la noche con mujeres hermosas narcotizadas sin poderles tocar ni un pedacito de piel. Esta historia inspiró Memorias de mis Putas Tristes, novela que Gabo contextualizó en mi Barranquilla del alma y que por obvias razones me llegó al corazón. 

En mi caso, yo me quedo sólo con los que leen. Ver a un tipo dormir y sobretodo roncar, no está dentro de mis preferencias. Ryan Gosling pierde puntos si me lo imagino roncando con desaforo. Y gana, cuando pienso que en vez de mi voz interior es él el que me está leyendo. Como dice Lapidario: “La inteligencia es erótica.” Así que hombres, en vez de gastarse horas y horas en el gimnasio, gástense un poco de ese tiempo leyendo un libro. ¡Bienaventurados los que tienen de las dos cosas!

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Os caras que leem são sexy
Tradução de Thiago Bueno

Os caras que leem me parecem sexy. Gosto que me digam que estão no meio de uma história interessante que os faz pensar. Que saibam quem é Murakami e mais ainda que o tenham lido. Que conheçam um pouco de literatura nigeriana. Ou que tenham algo interessante para me contar. Em geral, gosto dos tipos curiosos, que gastam seu tempo livre em alguma coisa: livros, histórias em quadrinhos, seriados, revistas, filmes, música, algum instrumento, idiomas etc. Os que ficam com a televisão, com o que dizem as pessoas e com as redes sociais, por mim, podem ir fritar aspargos. Não há nada mais sexy do que um homem capaz de falar de vários temas, e que, quando não sabe, pergunta. Não, o que se faz de sabe-tudo não me parece sexy. Sexy é aquele que, além de falar, deixa a mulher falar, com ar de quem quer aprender e escutar, levar uma conversa.

Na universidade, apaixonei-me por vários professores. Minha psicóloga me dizia que provavelmente terminaria com um professor, não necessariamente meu. Não sei se isso vai acontecer, mas sei que gostaria de ficar com alguém que leia. Os tipos acadêmicos têm um ar que me agrada. Isso é mais sexy do que ter músculos. Idiotiza-me alguém que sabe demais. Na graduação, escolhi uma matéria que se chamava Escrita Criativa. Meu professor era Ramón Illán Bacca, um escritor do Caribe colombiano bastante reconhecido. Nas poucas vezes que me deu aula, eu ficava boquiaberta escutando-o. O cara é uma figura. Dizia: “Bom, se vocês não querem estar aqui, eu também não”. Passava a lista e ia embora. Muitas vezes fez isso, mas essa já é outra história. Nunca imaginei o Ramón me chamando para sair, mas imaginava sim conhecer alguém mais ou menos da minha idade com a sua bagagem. Conheci várias tentativas.

Sempre me pareceram sexy os tipos que leem. E, na maioria das vezes, não são os mais bonitos. Já mostrei fotos de encontros meus para minha irmã e ela disse coisas como: “Hmmm, é gente boa?”. Definitivamente, o físico não é mais importante do que o que têm na cabeça e como o utilizam. Acho que os livros são meu fetiche porque meu pai sempre gostou de leitura. Ouvi dizer que escolhemos inconscientemente parceiros parecidos com nossos pais, porque eles são nossos referentes primígenos. Quem vai saber se é verdade! Certo é que os caras que leem me parecem sexy. A leitura dá imaginação, e a imaginação e o sexo têm muito a ver. Essa pode ser outra razão.

Ontem li o artigo de Josep Lapidario sobre sua obsessão pelas mulheres que leem e pelas que dormem. O artigo me levou a um conto de García Márquez que confirmou minha admiração por ele e, além disso, me mostrou o prazer que os homens podem ter em ver uma mulher dormindo. Gabo cita no conto Kawabata, Prêmio Nobel de Literatura de 1968, e seu romance A casa das belas adormecidas, que conta a história de um velho japonês que pagava enormes quantias de dinheiro para passar a noite com belas mulheres entorpecidas sem poder tocar nem um pedacinho de sua pele. Esta história inspirou Memórias de minhas putas tristes, romance que Gabo contextualizou na Barranquilla de minha alma, e que por razões óbvias alcançou meu coração.

No meu caso, fico apenas com os que leem. Ver um cara dormir, e principalmente roncar, não está entre as minhas preferências. Ryan Gosling perde pontos se o imagino roncando soltamente. Mas ganha quando penso que, em vez de minha voz interior, é ele que me está lendo. Como diz Lapidario: “A inteligência é erótica”. Assim, homens, em lugar de passar horas e horas na academia, percam um pouco de tempo lendo um livro. Bem-aventurados os que têm um pouco das duas coisas!

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12 comentarios:

  1. me encanta todo lo que escribes, tienes razon, no hay nada mas sexy que un hombre culto aunque no tenga musculos. doralys

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  2. y aún más si ese hombre escribe :)

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  3. yo leo, escribo un poco, hago música y la grabo, además soy profesor... ¿clasifico?

    Un saludo

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  4. Sepa disculpar el improperio, pero me recordó a una frase de la película "Martín hache", donde uno de los personajes, adorable, dice que "hay que follarse a las mentes". Algo de eso hay por aquí. Abrazos.

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  5. Excelente Matina,te felicito por tú trabajo :)

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  6. Me encantó! Nada más encantador que un hombre culto con quien compartir saberes y entablar una buena conversación.

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