lunes, 16 de abril de 2012

Mentir

Después de varios días de silencio hoy decidí sentarme frente al computador y hacer una declaración: ¡Me gusta que me mientan! Y no sólo eso ¡Me gusta mentir! ¿Quién ha dicho que la mentira hace daño si es una de las cosas que más nos hace felices? La verdad siempre duele. ¿O es que no han oído llorar a los niños cuando les dicen que la gaseosa ya se acabó o que el parque ya está cerrado? Vivir en un mundo que no es real es lo mejor que nos puede pasar. Es bueno ignorar que nuestro novio habla todavía con la ex o que nuestro mejor amigo anda contándoles nuestras intimidades a los demás. Eso nos hace más dóciles con las personas, hace que nuestros sentimientos de rabia y decepción sean cada vez más inconstantes.
Hay ciertas personas que se molestan, creen que contar las cosas exactamente como pasaron, o decir lo que realmente se siente van a llegar muy lejos. Están totalmente equivocados. Yo miento y miento con la convicción de que no le estoy haciendo mal a nadie, por el contrario. Además, mentir es un buen ejercicio para la memoria, quien miente se va entrenando también como para jugar ‘la pareja correcta’ o para que no le de Alzheimer cuando esté avanzado en edad.
Mi mamá siempre me decía que tenía que decir la verdad, pero ahora que he crecido que he vivido un poco, me doy cuenta que está en un error. Mentir es un placer, como por ejemplo, elaborar esto que escribo. Sin mentiras la humanidad moriría de desesperación y aburrimiento, dijo el escritor francés Anatole France, y es cierto. Además, que para mentir hay que tener una gran imaginación y poder de persuasión, y eso nos hace mejores personas. Jajajaja. 

martes, 3 de abril de 2012

A veces

Las historias suceden diferentes en cada uno. La vida pasa de formas de diferentes por cada cual. Todos tenemos un mismo fin. Todos nacemos de la unión de dos células. Nacemos en diferentes circunstancias, otros no llegan a nacer. Cuando salimos del vientre de nuestra madre lloramos, ¿Será qué es un aviso de que la vida es bastante dura? Llegamos a un grupo de personas, no necesariamente familia, no necesariamente grupo. Después conocemos gente que se pueden quedar como nuestros amigos, si les abrimos la puerta, si ellos nos abren la puerta. Los amigos son la familia que escogemos, dicen, son las personas que nos acompañan cuando la familia no está, o podemos estar con los dos. Los amigos son tan necesarios como el aire. ¿Con quién saldríamos los viernes en la noche? ¿Quién nos daría un consejo cuando sea necesario? ¿Con quién compartiríamos el libro que nos estamos leyendo o la película que nos vimos ayer? Los amigos se van, a veces. Y llegan otros amigos. A veces los que nos vamos somos nosotros. A veces no llegan más amigos. De esos amigos podemos conocer a alguien con el que nos vamos bien y queremos estar todo el tiempo. A eso le llaman novio, o novia, o vacile, o lapersonaconlaqueestoysaliendo. A veces nos enamoramos tanto y nos hacen tanto daño que ya no queremos enamorarnos más así. A veces los que hacemos daño somos nosotros.

Del amor he escuchado que cuando se ama de verdad no importa si la otra persona nos está amando. Después de un tiempo me he dado cuenta que desafortunadamente el amor de pareja es un juego en el que hay que saber moverse. Nunca es bueno mostrar todo lo que se siente. No de una sola vez. Te puedes quedar amando sólo. Es como si el otro se asustara. Como si no supiera qué hacer con tanto amor. También me he dado cuenta que es más importante tener gustos parecidos, tener cosas de que hablar, ser amigos, que el tipo o la nena sea lindo o linda. Lo ideal serían las dos cosas juntas. Y creo que es algo instintivo, siempre buscamos el mejor macho o la mejor hembra para que nuestras crías tengan buenas características. También es algo social, queremos mostrarle al mundo que andamos con alguien bonito.
Dentro de todas las personas, hay unas a las que les va bien siendo honestas y buenagentes. Hay otras que prefieren ser malaclase y presumidas. Casi siempre nadie escoge de entrada cómo ser. Lo que se ve se va copiando y es así cómo desarrollamos lo que somos. Con el tiempo podemos hacernos conscientes de todo esto y si no nos gustan ciertas cosas, las vamos cambiando, paulatina o repentinamente. Hay gente que cambia bastante. Hay otra que se queda más o menos igual. Los golpes de la vida nos van formando también. Hay gente tímida, hay otra extrovertida. ¿Quién es más feliz?

A veces cuando voy en un bus, me estoy bañando o estoy escuchando música, me pregunto si es mejor tener mucho dinero o hacer las cosas que a uno le gustan. A veces el dinero da la posibilidad de hacer lo que a uno le gusta. A veces no es necesario. Para tomar fotografías es necesario tener una cámara, para viajar hay que pagar tiquetes de avión. Para cantar, es necesario tener una buena voz y no hay dinero que compre una buena garganta. El dinero es el punto central del sistema que funciona en mi país. Y digo funciona porque no encuentro otra palabra para referirme al uso, porque no es que funcione realmente. Hay muchas personas que no tienen ni siquiera lo básico. Hay otras personas que tienen más de lo mucho. Hay gente tonta que sobrevalora a las personas que tienen dinero. Hay gente que tiene dinero que quiere seguir teniendo más dinero. Me he dado cuenta que el dinero no hace la fiesta más divertida, ni la conversación más fluida, y que nadie compra el don de la curiosidad ni el talento.