Mompox, una carretera de polvo y mis dudas

El video de “La foto de los dos” me hace pensar en mi abuela. La recuerdo diciéndome que hizo parte del bachillerato en Mompox. Varias historias he escuchado sobre sus amoríos prohibidos con un primo con el que no la dejaron casarse, y que estando en el colegio, le mandaba poemas que ella se sabia de memoria, incluso 50 años después cuando le llegó el Alzheimer. Siento que tengo una deuda con ella, como si en el pasado se hubieran quedado cosas que nadie sabe, y que deberían saberse. Como si me pidiera que las buscara. 

Me imagino que el amor por su primo navegaba por toda su sangre, por la vena más chiquitica, por el rincón más profundo. Y eso me hace sentir una nostalgia que, aunque no sea mía y con la poca información que tengo, intenta ponerme en sus zapatos para imaginarme el dolor que vivió y las lágrimas que seguramente botó por todo lo que pasó con este primo. Si se hubiera ido con él, tal vez mi historia fuera otra, seguramente no estaría en este preciso momento escribiendo esto, tal vez ni existiera. Tal vez ella hubiera sido más feliz, tal vez no. ¿Cómo saberlo? 

Santa Cruz de  Mompox - Bolívar - Colombia

Una vez, hace algunos años, fui a conocer la Villa de San Benito Abad, una ciudad que en ese momento me pareció olvidada y pobre, pero que en sus paredes mostraba vestigios de una prosperidad que se fue yendo con los años, convirtiéndose en una ciudad fantasma. Ahí estudió una de mis tías interna con una congregación de monjas que cuando fuimos a visitar el colegio nos recibió con grandes sonrisas, con esa alma de monja inconfundible que no me deja asociarlas a cosas buenas. Para llegar a San Benito hay que pasar una carretera destapada y sin pavimento por 4 horas saliendo desde Sincelejo. ¿Quiénes van a ese lugar?

Nunca he ido a Mompox, pero lo que leo en internet me hace imaginar que es una ciudad parecida a San Benito. Quizás un poco mejor, y más grande y más próspera, pero con la misma inaccesibilidad que nos prohíbe acercarnos a nuestras historias. Para llegar hasta allá hay que llegar primero a Magangué, y luego a Yatí, para “tomar el ferry que lo lleva hasta Bodega y luego a Mompox” dice esta página. Colombia con su guerra y su corrupción de nunca acabar nos afectan tanto. La infraestructura vial colombiana debería dejar que para Mompox, como una de las primeras poblaciones en independizarse de los españoles y como Patrimonio de la Humanidad, fuera más fácil contarnos todo tipo de historias. Aquí en Brasil hay varios pueblitos lindos de la época de los inconfidentes, asequibles, sin tantas complicaciones. La idea del ferry es muy romántica y bonita, pero debería ser una opción. 

¿Cómo regresar y conocer más de mi abuela, y con esto conocerme más a mi misma? Tantas historias parecidas que deben haber sin saberse detrás de una carretera sin pavimento y en mal estado, detrás de un ferry, detrás de mucho polvo, detrás de mucho miedo infundido, también. ¿Cómo regresar a la casa como regresa el viento como dice Carlos Vives?. Falta mucho para que incontables pueblos en Colombia dejen de estar sólo en historias y puedan ir a vivirse y re-vivirse. Las demás razones se las dejo a ustedes. 

Únete a la página en Facebook de El Blog de Matina para recibir noticias de nuevas entradas haciendo clic AQUI

//

Mompox, uma estrada de terra e minhas dúvidas

Tradução de Thiago Bueno

O clipe de “La foto de los dos” me faz pensar em minha avó. Lembro-me dela me contando que cursou parte do ensino médio em Mompox. Ouvi várias histórias sobre seus namoricos proibidos com um primo, com quem não deixaram que se casasse, e que, no colégio, mandava poemas que ela sabia de cor, mesmo 50 anos depois, quando chegou o Alzheimer. Sinto que tenho uma dívida com ela, como se no passado tivessem ficado coisas que ninguém sabe, mas que se deveria saber. Como se me pedisse que as buscasse.

Imagino que o amor por seu primo navegava por todo o seu sangue, pela menor veiazinha, pelo canto mais profundo. E isso me faz sentir uma nostalgia que, embora não seja minha, e com a pouca informação que tenho, tenta me colocar em sua pele para imaginar a dor que viveu e as lágrimas que certamente verteu por tudo que se passou com esse primo. Se tivesse ido embora com ele, talvez a minha história fosse outra, certamente não estaria neste preciso momento escrevendo isso, talvez nem existisse. Talvez ela tivesse sido mais feliz, talvez não. Como saber?

Uma vez, há alguns anos, fui conhecer a vila de San Benito Abad, uma cidade que, naquele momento, me pareceu esquecida e pobre, mas que, em suas paredes, mostrava vestígios de uma prosperidade que foi se perdendo com os anos, tornando-se uma cidade fantasma. Ali estudou uma de minhas tias, como interna, numa congregação de freiras que, quando fomos visitar o colégio, nos recebeu com largos sorrisos, com essa alma de freira inconfundível que não me deixa associá-las a coisas boas. Para chegar a San Benito é preciso passar quatro horas numa estrada sem pavimentação, saindo de Sincelejo. Quem vai a esse lugar?

Nunca fui a Mompox, mas o que leio na internet me faz imaginar que é uma cidade parecida com San Benito. Vai ver um pouco melhor, maior e mais rica, mas com a mesma inacessibilidade que nos impede de chegar perto de nossas histórias. Para chegar lá é preciso ir primeiro a Magangué, e depois a Yatí, para “tomar o ferry que o leva a Bodega e daí a Mompox”, diz esta página. A Colômbia, com sua guerra e sua corrupção sem fim, que nos afetam tanto. A infraestrutura viária colombiana deveria permitir que, para Mompox, um dos primeiros povoamentos a se tornar independente dos espanhóis e patrimônio da humanidade, fosse mais fácil nos contar todo tipo de história. Aqui no Brasil, há várias cidadezinhas lindas, da época dos inconfidentes, acessíveis sem tantas complicações. A ideia do ferry é muito romântica e bonita, mas deveria ser mais uma opção.

Como regressar e saber mais da minha avó, e com isso conhecer melhor a mim mesma? Tantas histórias parecidas devem existir sem que se saiba por trás de uma estrada de terra e malconservada, por trás de um ferry, de muita poeira, de muito medo infundido também. Como voltar para casa como volta o vento, como diz Carlos Vives? Falta muito para que incontáveis cidades da Colômbia deixem de estar apenas nas histórias e possam ir viver e reviver. As outras razões eu deixo para vocês.

Únete a la página en Facebook de El Blog de Matina para recibir noticias de nuevas entradas haciendo clic AQUI