jueves, 31 de enero de 2013

Carta a una sobrina que no ha nacido (1era Parte)

La verdad no sé si serás niño o niña, escribí sobrina porque tengo cierta tendencia al feminismo, me gusta pensar que vas a ser mujer. Imagino que has nacido, que mi hermana te carga en sus brazos y que le das a conocer la felicidad absoluta, porque sé que tú, bebita hermosa, sin nada, les darás todo. Imagino tu pelo suavecito y escaso, tus ojos cerrados, tus cachetes grandes, te imagino gordita con ropa blanca y los brazos abiertos para recibir todo el amor de este mundo. Mi hermana y mi cuñado dice que te llamarás Juliana María, aunque a mí me gusta sólo Juliana. Quiero que llegues pronto, porque tus abuelos, yo y todos aquí estamos con sed de ti.

miércoles, 2 de enero de 2013

Medianeras y yo (Parte 2)

Esta película muestra una Buenos Aires que no había visto. Es un film que termina con el principio de una historia. Aquí les dejo la segunda parte de las frases (ya casi párrafos) que más me gustaron y fotos que tomé en mi última visita a esa ciudad.


Buenos Aires crece descontrolada e imperfecta, es una ciudad superpoblada en un país desierto, una ciudad en la que se yerguen miles y miles de edificios sin ningún criterio.  Al lado de uno muy alto hay uno muy bajo. Al lado de uno racionalista, hay uno irracional. Al lado de uno estilo francés hay otro sin ningún estilo. Probablemente estas irregularidades nos reflejen perfectamente. Irregularidades estéticas y éticas. (Martín)

Los edificios, como todas las cosas pensadas por el hombre, están hechos para que nos diferenciemos los unos de los otros. Existe un frente y un contrafrente, están los pisos altos y los bajos, los privilegiados son identificados con la letra A, excepcionalmente la B, cuando más progresa el abecedario más categoría tiene la vivienda, las vistas y la luminosidad son raras veces promesas que coinciden con la realidad. (Martín)

Hacer fotos: una manera de redescubrir la ciudad y la gente, buscar la belleza aun donde aparentemente no la hay, observar es estar y no estar, o tal vez estar de una manera distinta (Martín)

Con otras construcciones tampoco me fue bien, una relación de 4 años se derrumbó a pesar de mis esfuerzos para apuntalarla. (Mariana)

Por eso estoy acá, con mi vida desordenada en 27 cajas de cartón, sentada sobre 12 metros de burbujas para explotar, antes de que la que explote sea yo. (Mariana)

De todos los edificios de Buenos Aires este este es mi preferido, el mejor ubicado y el más gracioso. Está construido con mis materiales preferidos: hormigón, acero y vidrio. Es uno de los pocos edificios del mundo diseñado sobre la base de un módulo con forma de triángulo equilátero y está inspirado en Saturno y sus anillos, aunque la mayoría vea un platillo volador aterrizado. Siempre entro con la esperanza de que despegue y me lleve a otro lugar. Aunque en realidad lo que hace El Planetario es ponerme en mi lugar, recordarme que el mundo no gira alrededor mío, que soy una parte muy pequeña de un planeta, que es parte de un sistema, que es parte de una galaxia, que como cientos de miles de galaxias, forman parte del universo, me recuerdan que soy parte de un todo, infinito y eterno. (Mariana)



Pienso tal vez, estúpidamente, que si alguien se para frente a la vidriera, de alguna manera se interesa en mí. (Mariana)

Este libro lo tengo desde los 14 años y es con el perdón de los grandes autores, el libro clave de mi vida, es el origen de mi fobia a las multitudes, me ha desarrollado en mí una particular angustia existencial, representa de una manera dramática, la angustia de saber que soy un personaje perdido entre millones, han pasado los años y hay una página que no puedo resolver: Wally en la ciudad, lo encontré en el shopping, lo encontré en el aeropuerto, en la playa, pero en la ciudad no lo encuentro. Sé que los nervios enceguecen, pero no lo encuentro y entonces me pregunto: Si aun cuando sé a quién estoy buscando no lo puedo encontrar, como voy a encontrar al que estoy buscando si ni siquiera sé cómo es. (Mariana)

¿Cómo se puede estar cerca de alguien tan distinto? Esa es la estúpida conclusión que me deja una relación de 4 años. Cuatro años son 48 meses, 1460 días, son 35040 horas con la persona equivocada. Acá estoy en el mismo departamento que abandoné para irme a vivir con él, frente al mismo espejo, cuatro años después. (Mariana)

Internet me acercó al mundo, pero me alejó de la vida: Hago home-banking por internet, leo revistas por internet, bajo música, escucho radio por internet, compro la comida por internet, alquilo películas o las miro por internet, chateo por internet, estudio por internet, juego por internet, tengo sexo por internet, y busco pasea perros. (Martín)

En un sencillo e irreversible acto me desprendo de 38.9 MB historia. Ojalá mi cabeza funcionara tan bien como mi Mac. Ojalá con un simple clic me olvidara de todo. (Mariana)

Hasta que me volví fóbica a los asesores fui guía de visitas del Edificio Kavanagh. Viajaba sin problemas por los 15 ascensores y los 31 pisos del rascacielos más bonito de la ciudad, la construcción de hormigón más grande del mundo a fines de los años 30, un edificio tan impactante como la historia que esconde. Corina Kavanagh era una hermosa mujer de una familia enriquecida, pero sin linaje que mantenía una historia de amor con un joven de alta alcurnia. Los Anchorena se oponían a la relación y lograron que terminara. Nada desvelaba más a los Anchorena que la Basílica del Santísimo Sacramento, templo que construyeron para que se convirtiera en el sepulcro familiar. El palacio de los Anchorena quedaba del otro lado del parque y planeaban construir uno nuevo junto a la Basílica. Corina Kavanagh vendió 3 estancias y ordenó la construcción de un rascacielos con un único objetivo: Tapar la fachada de la Basílica, impedir que los Anchorena pudieran verla desde la ventana de su palacio, para verla hay que pararse en un pasaje que se llama Corina Kavanagh. Cuando tenga una hija le voy a poner Corina. (Mariana)

Brotan en el cemento mismo, crecen donde no deberían crecer, con una paciencia y voluntad ejemplar logran erguirse con dignidad, sin ninguna estirpe, salvaje, inclasificables para la botánica, una extraña belleza tambaleante, absurda, que adorna los rincones más grises, no tienen nada y nada las detiene, una metáfora de vida incontenible, que paradójicamente, enfrenta mi debilidad. (Martín)

Sólo la luz de una mañana tan brillante me dejó ver con claridad el reflejo. Tarde, como siempre, me di cuenta de que la que estaba en la vidriera era yo, como un maniquí, inmóvil, silenciosa y fría. (Mariana)

Todos los edificios, absolutamente todos, tienen una cara inútil, inservible, que no da al frente ni al contra-frente: la medianera: Superficies enormes que nos dividen y nos recuerdan el paso del tiempo, el smog y la mugre de la ciudad. Las medianeras muestran nuestro costado más miserable, reflejan nuestra inconstancia, las grietas, las soluciones provisorias, es las basura que escondemos debajo de la alfombra, sólo nos acordamos de ellas excepcionalmente, cuando vulnerada por las inclemencias del tiempo dejan filtrar sus reclamos. Las medianeras se han convertido un medio más de la publicidad, que en raras excepciones han logrado embellecerla, por lo general son dudosas indicaciones de los minutos que nos separan de los grandes supermercados o de la comida rápida, anuncios de loterías que nos prometen mucho a cambio de casi nada, aunque últimamente nos recuerdan la terrible crisis económica que nos dejó así: desocupados. Contra toda la opresión que significa vivir en estas cajas de zapatos, existe una salida, una vía de escape, ilegal, como todas las vías de escape, en clara contravención contra el código de planeación urbana se abren unas minúsculas e irregulares e irresponsables ventanas que permiten que unos milagrosos rayos de luz iluminen la oscuridad en la que vivimos. (Mariana)

Para ver 'Medianeras y yo (Parte 1)' hay que hacer clic AQUI.